De nuevo vos ¡TBA!

Otra vez. La nave en su lugar. Billetera en bolsillo trasero derecho. La SUBE apoyadita en la heladera escupeboletos. El boletito en mano y a esperar.. Llega, el tren llega, incomprensiblemente sin demoras, raro, rarísimo. Pienso en un segundo: “seguro debe ser esto de los Mayas”

Se abren las puertas, la gente entra tranquila, algo así como civilizada. Entro, me siento, en el iPod suena Joaquín (así le digo a Sabina), se cierran las tranqueras, cabeza apoyada en el asiento y a dormir. Haaarmoso, en serio, no sabés lo que disfruto el viaje cuando todo anda bien, pero lamentablemente eso es un 12% de mis viajes, o tal vez un 13%.

Entre abro los ojos en San Isidro, ideal para ver que minita se sube (hago un rastrillaje a lo jueves 23:32 en Darwin, nada interesante), ninguna embarazada cerca, ninguna señora mayor que necesite el asiento, así que no queda otra que seguir durmiendo..

Cierro los ojos, estaba soñando que metía dos goles el sábado, en el torneo de fútbol, en el instante que estaba festejando el segundo gol besándome el ante brazo derecho (como si estuviera tatuado, a lo Martín) me despierto, tumulto, murmullo, puteadas, muchas, hasta excesivas. Me seco la baba que cae de mi boca, chivando como testigo falso, le pregunto a la doña con cara de ardilla qué carajo es lo que pasó: «‘Mirá nene, aparentemente tenemos que bajar y esperar al otro» Ufff que mejor amanecer que este…

¡¡¡LPQMP!!! ¡¡¡Estamos en Olivoshhh!!! ¡¡¡Falta banda pa llegar a la city!!!

Empecé una enriquecedora charla con la doña:

  • Yo: “Siempre lo mismo eh, no sé hasta dónde van a llegar..”
  • Cara de ardilla: “Ni me digas nene, ni me digas, ayer.. (y ahí arrancó, no paro más la hdp, maldecí el instante en el que le hablé)
  • Yo: –
  • (Después de 6 minutos de monólogo no emití sonido alguno)

(La conversación de arriba no sigue, precisamente por que nada interesante hubo en ella  perdón si te ilusioné con una jugosa charla, pero la javie me secó los huevos.)

Buen, estaba en el momento en que asumí que tenía que bajar del tren para esperar el otro. Es increíble la creatividad que me nace en esas ráfagas de infierno que vivo, se me ocurren 11.453.879 de tipos de puteadas, puteo a TODOS, no se salva NADIE, ni el forro que me cargo nasssta y me mancho la nave con tres gotitas.
El tren llega a los 7 minutos pero, como era de esperar, no entra ni Rudo (mi perro salchicha, sí, tengo un perro salchicha y no me la lastro). Intento entrar y otra vez me choco contra una pared y vuelvo a vivir, en carne cruda, lo peor de nuestra sociedad. Me iluminé y pensé: “Es preferible dejar de hacerme mala sangre y espero el próximo.”

Llegó, a los 10 minutos, llegó. Para sorpresa mía con algunos asientos vacíos (éste fue el Tata Dios), sonreí, me senté, me dormí y me desperté (babeado de nuevo) en Retiro.

Un viaje más, de los que te aseguro, no quiero repetir. ¡Hasta el próximo viaje!