21K – La motivación de los últimos días
Pasaron aproximadamente 25 días del día que dije: «no estoy bien, necesito motivarme, necesito desafíos». A los 37 segundos me llegó un mail con una propuesta que no pude rechazar, asunto: «Se acercan los 21K de Buenos Aires, ¿los vas a correr?». No era un amigo, no era un hermano, no era nadie en especial, el mail llegaba de parte de una pagina de corredores. Impresionante, 37 segundos antes quería un desafío, 37 segundos después lo tenia. No dudé. No le pregunté a mi panza, ni a mi rodilla, ni a mi ciática, no le pregunte a nadie. Por dentro dije: «la corro, como sea, la corro». Agarré algunos pelpas viejos de maratones anteriores, con tiempos, estadísticas, semanas, días, minutos y segundos de como entrenarme. Me quedaban tres semanas. No tenia otra alternativa, por cuestiones de libros, que entrenar martes y jueves más un fulbo los sábados. Ese era el plan, no dejar de salir y de chupar, sino de entrenar dos veces por semana.
El objetivo de la carrera era personal, pero se sumo un animal, un tigre que me está acompañando hace varios meses en esto de caminar por la vida. Creo que en este último tiempo el camino que nos tenia planeado Dios fue el mismo: caminos por angustias, reflexiones, derrotas, victorias, felicidades, éxtasis, risas y carcajadas, sobre todo carcajadas. En fin. Compartimos la vida. Él no necesita entrenar, no necesita calculadora para bajar tiempos, él lo lleva en la sangre, para él correr es caminar, corre por la vida, no camina y nunca da un paso sin estas tres banderas: la exigencia, el esfuerzo y la entrega.
Yo no quise correr con él, conozco mis limites, yo puedo correr pero él volar. Tenia muy en claro que cuando el reloj marque 0´ 00´´ y todo empiece, nos íbamos a dar la mano, nos íbamos a separar, para que cada uno pueda hacer su carrera tranquilo.
Volviendo a mi rutina, aclaro que me sentía acompañado, el tigre de alguna que otra manera decía presente, pero en realidad estaba solo. Nunca llegábamos a coordinar los entrenamientos. El tiempo pasaba y yo tenia que empezar a entrenar con mi objetivo en la cabeza, mis fondos, mis pasadas, mis dolores, mis molestias y, después de cada cesión, mis alegrías. Paso por todo eso cuando entreno, hace 10 días se me cayeron las lagrimas por haber corrido un kilometro en menos tiempo de lo que había pensado. Así siento yo el running, con esa profundidad, con esa energía me lo tomo, para mi correr es conectarse conmigo y, mientras lo hago, tengo en mis entrañas a dos Fedes cara a cara hablándose, llorándose, riéndose y abrazándose. Ahí adentro, mientras corro, esta mi esencia, ahí Fede se conecta con Fede. Quizás, si no corres, me vas a tildar de enfermo. Hacelo. Esto es una enfermedad.
Volviendo a la secuencia y los días, como te decía… faltaba una semana para el maratón y llegó la fiebre. En lo que iba del año nunca me había visitado, pero quiso llegar esa semana, la semana previa. Estuvo conmigo de lunes a miércoles y se fue el jueves sin dejarme margen para entrenar. Te soy sincero, me gustó, a veces creo que cuanto más difícil se me ponen las cosas más ganas me dan de enfrentarlas.
Entonces llegó el viernes, con el tigre teníamos que buscar los kits con la remera y demás objetos. No había otra alternativa que ir en el horario de almuerzo del laburo. Una hora para ir al centro (desde Tigre), buscar el tesoro y volver. Fue duro. Salimos, llegamos, y puteamos: había que hacer mínimo 4 horas de cola. Claro 18.000 almas buscando una bolsita de mierda, todos al mismo tiempo, una boludes. Ideas horribles en la cabeza: chau maratón, se va todo al carajo, sin ese kit de mierda no podemos correr… Pero el tigre contaba con un As en la manga, vio un cartel llamado «Prensa». ¿En la cola? Nadie.
– «Fede vení, cualquier cosa laburamos en la revista»
– «No man, olvidate»
– «Vení forro».
Para conseguir este tipo de cosas me di cuenta que tenés que sonreír, persuadir, y hasta quizás poner cara de actor de Hollywood.
– «Si, mira venimos a retirar el kit»
– «Chicos, ¿son periodistas?»
Y ahí si, con cara de piedra, afirmamos con un «Si, claro». Ayudó el cambio de tema de nuestra parte para evitar más preguntas: «Mucha gente ¿no?, ¿Desde qué hora estas?, ¿Todavía no almorzaste?» Increíble habilidad para que las preguntas vayan hacia ella y no al revés. La reina contestó, sonrió, y culminó con un: «¿Me dicen sus documentos así terminamos?»… A los 2 minutos estábamos en el auto con el kit en mano. Creo que todavía algunos siguen haciendo la cola…
Perdón, no quería dejar pasar esta anécdota, porque con este caradurismo encaramos la carrera.
Retomando el temita de los días, seguimos en el viernes pero se fue el sol y llegó la noche. Elegí no salir, preferí concentrar. Ya sabia que mi físico estaba bastante mal (hace una semana que no podía hacer nada culpa de la fiebre) entonces me dediqué a entrenar la mente, esa que todo corredor y todo habitante de este mundo debe controlar porque: «Todo está en la cabeza». La senté a la Sra. Mente en mi almohada y le aclaré que pase lo que pase con el Sr. Físico ella no me tenia que abandonar, le dije que era el sostén de mi carrera y que tenia que estar muy concentrada. Me acosté tranquilo, le había dicho lo que le tenia que decir.
Entonces llegó el sábado. Hace días venia pensando que si jugaba al fútbol ese día, el domingo iba a estar en una gamba. Entonces Dios me escuchó: gotas, relámpagos, truenos y diluvio. ¡GRACIAS DIÓ! Se suspendió el juego en el que corren 22 sujetos detrás de una esfera blanca. No tuve que arriesgar, mis gambas sonrieron.
Llegó la noche, faltaban poco menos de 10 horas, llegó el tigre a casa, con la remera, el recorrido y la ansiedad lógica previa a este tipo de eventos, llegó a casa para hacerme caer en la realidad: el domingo corría 21K.
Empezó el delirio, vimos videos, observamos maratonistas, leímos frases, nos motivamos, nos abrazamos y nos separamos, cada uno a su cuarto, todo en cuestión de horas. Apagué la luz y cerrando los ojos dije: «mañana llega el punto final de esta motivación que necesitaba en el último tiempo de mi vida, mañana corro entre las venas de la palabra «desafío», que es mío y de nadie más, mañana voy a dejar todo y un poco más.»
Sonó el despertador, sonó Eddie y su gran tema «Rise», me latió el corazón más fuerte de lo normal, llegó el día en que tenia que correr media maratón, a la que algunos la llaman «21K de Buenos Aires», yo preferí otro titulo:
«21K – La motivación de los últimos días».
Pd: Esta nota se terminó, no os preocupéis, ya llegará el detalle de la carrera. Por hoy, no te quiero aburrir más.