«A muchos presos se les enseñó de chicos que tenían que ser el mejor ladrón y no un buen abogado»
Lo dijo el autor del libro que cuenta la historia de Los Espartanos, el equipo de rugby que se formó en un penal de Buenos Aires. «Cuando conocés sus infancias te das cuenta de que no tenían mucha alternativa», reveló.
«Si nos acercamos a una cárcel vamos a encontrarnos con un muro de hormigón, pero hay otro, mucho más fuerte y pesado que es el ideológico, construido con perjuicios. Las historias de este libro intentan derribarlo», dice la introducción de «No permanecer caído: La historia de Los Espartanos» donde las vidas de 15 hombres buscan la luz de un futuro bueno que los aleje de aquellos días en los que el delito era visto como la única alternativa.
Cada uno de los try que fueron seguidos por fantasmas de polvo de la cancha levantada en el patio de la Unidad Penitenciaria N° 48 de San Martín hoy se sacuden para formar las páginas del texto que cuenta algunas de las historias que los llevó a esas celdas y del cambio en sus vidas desde que se convirtieron en «espartanos». ¿Quiénes son Los Espartanos y qué significa éste libro?
La historia de un libro que cuenta historias
Los Espartanos es un equipo de rugby creado por Eduardo «Coco» Oderigo que logró cambiar la vida de ciento de personas gracias al deporte, la espiritualidad, la educación y el trabajo formal. Todos habían cometido un delito, fueron juzgados y mientras cumplían su condena conocieron a «Coco», quien les dio la posibilidad que no dejaron pasar porque, como dijo Gallardo, «hay personas que están condenadas desde la cuna a tener una vida de maltratos. Sus infancias son relatos crudos, postales del infierno mismo».
Gallardo conoció a los Espartanos en 2015. Se acercó a sus vidas y dejó que esas historias lo colmen. Fue tanta la necesidad de hacerlas escuchar que nació en él la idea de escribirlo para otros las conocieran y hacer de ellas un libro con el cual ayudarlos porque la totalidad de lo recaudado por la venta será para la Fundación Espartanos.
«Desde 2015 estoy muy involucrado con la causa de Los Espartanos y establecí mucha confianza con los chicos», dijo Gallardo a Infobae y aseguró que cada entrevista se realizó tomando mate con los jugadores del equipo y que «siempre cerramos con alguna lágrima porque terminamos hablando de sus infancias y siempre había algo que les dolía y que les sigue doliendo. Las quince entrevistas fueron con mucho dolor».
La mayoría de las entrevistas que realizó no fueron en la cárcel sino en libertad. El punto de reunión era alguna casa, al lado de las familias del espartano de turno.
Gallardo contó que actualmente «más de 60 integrantes del equipo está en libertad» y que sus vidas dieron un vuelco gracias al aprendizaje que se les inculcó y que incluye cuatro ejes: deporte, espiritualidad, educación y trabajo.
«Hay un cambio muy grande y tiene que ver con el contexto que ellos se encuentran afuera porque salen convencidos de querer cambiar y no volver hacer lo que hicieron, pero todo tiene que ver con el contexto que encuentren cuando salen», aseguró sobre la realidad que los hace volver a repensar sus pasos afuera del penal donde ya no habrá equipo ni contarán todo el tiempo con las personas que allí los contenían.
La realidad y el afuera se convierte en el desafío a vencer: «Necesitan salir y comenzar a trabajar». Si bien existe el compromiso de algunas empresas son pocas porque «actualmente apenas 30 los ayudan y les dan posibilidades de trabajo, pero hay otros que al salir se encuentran con contexto poco favorable», explicó Gallardo y subrayó especialmente la infancia, a veces inimaginable, que vivieron y que indefectiblemente tanto los marcó.
«Cuando conocés sus infancias te das cuenta de que no tenían mucha alternativa. De verdad no la tenían porque los criaron para que roben y no sólo eso sino para que sean los mejores robando. Muchos nunca trabajaron. A los 12 ó 13 años ya consumían drogas y a esa edad comenzaron los robos más grandes… Muchos dicen que se criaron convencidos de que tenían que ser el mejor ladrón, que esa era la meta con la que los criaban porque ese fue el entorno. A muchos de los que estuvieron presos se les enseñó de chicos que tenían que ser el mejor ladrón y no un buen abogado, por eso ninguno pensaba, en otra cosa que ser el mejor robando«, reveló Gallardo sobre la coincidencia en esa parte de la historia de los hombres que entrevistó y que hoy pelean con ése pasado y apuestan a un futuro para no volver a delinquir.
Siguió: «Cuando empezaron con sus primeros robos fuertes y vieron que podían conseguir 10 ó 15 mil pesos en 15 minutos se les volvió una adicción y dejó de ser una necesidad».
Los días en prisión con un objetivo colaboró mucho para que trocaran de paradigma. «Hoy cambiaron ese concepto y cada vez que pueden explican lo difícil que es ganar en un mes el mismo dinero que ‘ganaban’ en 15 minutos. Les cuesta, pero estar cerca de sus familias y dormir tranquilos es el único precio que están dispuestos a pagar y el que elijen porque en los años de delincuencia solían dormir con una pistola debajo de la almohada«.
Hacer bien, ayudar y no estigmatizar
Desde 2009 hasta el presente pasaron más de 600 espartanos por el programa de reinserción a través del deporte . Actualmente se juega rugby en 34 penales del país y en todos los casos tienen sus propios equipos de rugby y se reza el Rosario en muchos de ellos.
El proyecto crece: en 2016 se formó el equipo de rugby femenino en la Unidad Nº 47 de San Martín y este año se inauguró la primera cancha de rugby de pasto sintético en una Unidad Penitenciaria a nivel mundial, bautizada «Coliseo Bernardo Miguens», en homenaje al jugador de Los Pumas que murió en enero de este año.
Además, «Coco» Oderigo, fundador del programa Los Espartanos, fue reconocido por World Rugby (la asociación de rugby a nivel mundial) como el creador del mejor proyecto social mundial del año.
«Yo también tenía prejuicio con los presos y estaba convencido de que debían morir ahí, pero al entrar a la cárcel, cuando los conocí a ellos y comencé ayudar en la Fundación Espartanos, supe que la cárcel es un infierno», finalizó.
Fuente: Infoae.