Ayer conocí el Lago Ángel Gallardo, lleva ese nombre en honor a mi bisabuelo. Fui con Diego, mi hermanito siempre generoso y generador de este tipo de programas, mi primo Pablo Bosch y dos sobrinos; un excelente equipo para disfrutar de un día único.
El bisabuelo se ganó el tremendo honor de llevar el nombre de un lago, y ojo, también el de una avenida, el de una estación de subte, el de una localidad en Santa Fe, el de una hormiga (real 😅) y el de aparentemente varias cosas más… Y todo eso fue por la imponente obra que hizo en sus 66 años de vida.
Fue ingeniero, doctor en ciencias naturales y político. Una bestia. También Presidente de la comisión creadora de Parques Nacionales y Ministro de Educación durante 5 años. Su legado fue tremendo; duplicó el número de escuelas nacionales en el país y, sobre todo, en la Patagonia. Fundó más de 1.600 escuelas y, según los datos, la cantidad de alumnos en 1916 era de 322.500, y aumentó a 467.500; es decir que en menos de cinco años se incorporaron 145.000 alumnos 🤯.
Alguna vez dijo: “Si no queremos caer en una barbarie civilizada, peor aún que la barbarie primitiva, necesitamos fomentar inteligentemente nuestras escuelas, enriquecer bibliotecas, fundar y dotar laboratorios, dar elementos de trabajo a los observatorios y museos, facilitar las publicaciones científicas”.
Y sobre el cargo público al que asumió en su momento, dijo:
“En las funciones que actualmente estoy desempeñando, aplico exactamente el mismo criterio desinteresado y de exclusivo culto de la verdad y el patriotismo que he empleado en todas las otras actividades que me ha tocado desempeñar en mi vida. No he sido ni soy hombre político ni tengo aspiraciones de serlo. He tratado estas cuestiones que ahora me toca resolver llevado exclusivamente por el ánimo de prestar, en lo que de mí dependa, un servicio a mi país y un acto de solidaridad con el excelentísimo señor presidente de la República”.
Cuando dejó este plano se decretó duelo nacional, porque la huella fue fuerte.
Un hombre de bien, que hizo mucho bien, y que su legado aún sigue vivo en la aspiración de sus hijos, nietos y bisnietos, a seguir construyendo un país mejor 💪🏻🇦🇷
El lado B del Sur, el que no muchos conocen y el que me desafía a sacar mi versión más completa. Me lleva a salir de la zona de confort porque las comodidades a las que estoy completamente acostumbrado dejan de estar. Y hay días como el de hoy, en el que me levanto y no hay gas, y que la ducha caliente se transforma en un baño en el lago con temperaturas bastante bajas 😅. Días como el de hoy, que toca hacer fuego y hacer unos huevos revueltos con panceta y un buen café en la plancha y que tienen un sabor muy especial.
Días también, donde convivo con la incomodidad de no tener señal y que la conectividad sea únicamente por wifi, gracias a unos escasos 5 megas que dependen de como sopla el viento, pero que me son más que suficientes para laburar (aunque me hagan trabajar la paciencia 🤓). La incomodidad de estar pendiente del clima, porque si no sale el sol no se cargan los paneles solares y con la acumulación de los días nublados y de lluvia, deja de haber luz. Y si no hay luz, no hay wifi, ni bomba de agua, y tampoco luz, ja. Y todo se pone algo complicado.
Pero hay algo en toda esa incomodidad, algo, que me hace sentir más vivo. Por eso, cada vez que me instalo por un tiempito en el Sur, abrazo su lado B, me río de lo civilizado que estoy, me pongo algo más rústico, salvaje y ermitaño, y lo disfruto 😉
https://gallardof.com/wp-content/uploads/fede.gallardo.el_.lado_.b.del_.sur_.jpeg584582Fede Gallardohttps://gallardof.com/wp-content/uploads/logo_Mesa-de-trabajo-1.pngFede Gallardo2023-03-25 20:32:512023-03-25 20:32:51El lado B del Sur
Venía a 2x. Los viajes, el cambio de país y de cultura, el movimiento, desensillar en una ciudad donde pareciera que no te da otra alternativa que ir a esa velocidad; la inflación, la pobreza, la cárcel con cada vez más jóvenes y la grieta cultural que parece no tener fin. Las creencias populares de que necesitamos cada vez más y más guita para poder concretar proyectos, la falta de mirada entre nosotros, de valores y de educación y la falsa creencia de que hoy somos más libres que hace 1.500 años. Porque todo es tan perverso y el juego del enemigo es tan inteligente, que nos hace creer que hoy somos libres, ja.
Esta vorágine vivida en poco tiempo me llevó a una implosión, porque sí, soy intenso. Y entonces salí a buscar la mejor manera de frenar. Y frené. El destino, el Monasterio Benedictino Santa María de los Toldos. Un paraíso a pocas horas de la ciudad. Le avisé a mi círculo íntimo que apagaba el teléfono por unos días porque necesitaba desconectarme para conectar.
Necesitaba hablar con Él, sí, con Jesús (lo escribo para que no queden dudas, porque parecería que nombrarlo a veces incomoda). Busqué el silencio, me retiré del mundo y conecté con el mío. Lo hice gracias al especial clima de oración que se vive en el Monasterio. Eso me permitió pasar horas escribiendo y leyendo y también encontrarme con personas únicas que estaban de paso, como yo.
Párrafo aparte para los monjes. Su simpleza, su alegría y la complicidad entre ellos. Hablé con algunos, entre ellos Mamerto Menapace, y en sus charlas encontré mucha paz y sabiduría. Conocí cómo viven y absorbí tanto de ellos que no tengo más que palabras de agradecimiento.
Además me encontré con la enorme sorpresa de que habían leído, entre todos, “No permanecer caído” y que conocían a la perfección la obra que hacemos en la @fundacionespartanos.
Qué enorme regalo me hice, fue de las mejores experiencias que viví. Me volví lleno de paz y con mucha fuerza para encarar lo que se viene, un mundo cada vez más golpeado y con personas cada vez más rotas. Yo quiero hacer algo por ellas, por eso busco estar cada vez mejor, porque cuánto mejor esté yo, más bien voy a poder hacer.
Lo efímero. Lo que no se controla ni se modifica. Lo que se aprecia. Lo que se agradece. El instante. Aquello que pueda durar milésimas de segundos o cientos de miles de horas. Todo parece fácil y obvio hasta que lo deja de ser. Una rama cayendo de un árbol. Una roca desmoronándose a un hueco que no está vacío. Una moto que pierde el control. La noticia de una enfermedad terminal. Un infarto. Un abrir y cerrar de ojos. Lo que avisa y lo que no avisa.
Lo que está, deja de estar.
Esta vida es un regalo y la damos por hecho. Ni siquiera nos preguntamos a qué vinimos o cómo podemos hacer para ser mejores que ayer. No nos tomamos el tiempo para pensar en qué podemos cambiar. Nos da pánico enfrentar lo que tenemos que enfrentar. Dejamos todo para después como si tuviéramos garantizado el después. La tecnología nos consume y nos quita las ganas hasta de comer. Nos gobiernan y nos mienten en la cara y no hacemos nada. Parecemos orgullosos de ser de la media. Ya nos da lo mismo hacer las cosas bien o mal porque vivimos sin encontrar un para qué. Lo que nos importa es cuánto ganamos a fin de mes o qué título tenemos colgado en la pared. Al de al lado lo damos por hecho. No perdonamos ni pedimos perdón. Tampoco nos arriesgamos a vivir con amor. Estamos enfermándonos por no asumir que un día no vamos a estar.
Hasta dónde. Hasta cuándo. Cuál será el despertador. Qué hacemos por los demás. Qué huella dejamos. Cuánto amor damos.
Hay poco tiempo, parece mucho, pero no lo es.
Despertemos porque mientras yo escribí esto y vos lo leíste, la gaviota ya voló y el arcoíris desapareció.
https://gallardof.com/wp-content/uploads/cadiz-fede-gallardo-reflexiones.jpeg18001440Fede Gallardohttps://gallardof.com/wp-content/uploads/logo_Mesa-de-trabajo-1.pngFede Gallardo2023-01-17 08:48:482023-01-30 08:51:32Lo efímero, la vida
Día 75, Málaga. Tony. 65 años. Camarero y amigo. Padre de familia. ¿Su mujer? Josefa. Trabaja en el mismo lugar desde sus 13. Háblame de un país estable. ¿El bar? El Morata, frente al mar. La carta es básica. ¿Lo mejor? El adobo, las papas a lo pobre, las rabas y una caña. También el “caldillo pintarroja”, una sopa picante que tomaban los marineros hace muchos años para soportar los fríos en alta mar.
Tony tiene un toro en su antebrazo izquierdo. Probablemente, si hubiera nacido en Italia, hubiera sido un gran mafioso o, por qué no, protagonista secundario de El Padrino. Pero Tony es Andalú y lo es de pura cepa. Grita y gestualiza a toda hora. “¿Qué pasha shaval?” me dice cada vez que nos vemos. También me abraza y me hace sonreír. Hace tiempo que no encontraba a alguien con la misma manera de dar amor que yo, así, gritón y cariñoso. Aunque él es mucho más servicial y también más cabrón. Lo enfadan las señoras paquetonas que, cuando agarran la carta, se ponen indecisas; y también cuando le hablo de fútbol y le recuerdo que hace muchos años que no levantan la copa.
A veces se acerca a la mesa y deja media ración de algo que no le pedí. Cuando se aleja, sonríe, me guiña un ojo y me hace “shhh”.
Hoy se sentó en la mesa y se pidió una caña: “Venga, deja esa copa aquí que hoy me la tomo yo” le dijo a su compañero. Nos miramos y brindamos. Lo hicimos a la salud de las amistades que no conocen de diferencias, ni de edad ni de tiempo, ni de clases sociales ni de ideologías, y que tampoco quedan claras si son de esta, o de otra vida.
https://gallardof.com/wp-content/uploads/tony-el-morata-pedregalejo-malaga-españa-fede-gallardo.jpeg20481536Fede Gallardohttps://gallardof.com/wp-content/uploads/logo_Mesa-de-trabajo-1.pngFede Gallardo2023-01-06 08:44:052023-01-30 08:47:22Mi amigo El Tony
Málaga, día 62 ✍🏻 Es 24 de diciembre de 2022. La fecha me suena, la razón dice que llega Navidad. El corazón conecta con los amaneceres y atardeceres de la Costa del Sol pero no con el verdadero sentido de estos días. Desde ayer que empezaron a llegar algunos mensajes de clientes, familiares lejanos y amigos. Temática: cierre de año y “Feliz Navidad”. Esos pequeños balances que llegan por chat y que intentan rozar la profundidad en una vorágine tan difícil como tomarse el tiempo de leer tres renglones seguidos.
Me acerco a la calle Larios, al centro de Málaga, a comprar el regalo del amigo invisible de la espectacular familia que me regaló esta tierra. Mientras camino veo caras desencajadas, cajas que valen cientos de euros y se envuelven cada vez más grandes, vendedores despeinados y cajeras ya sin sonrisas.
Freno, hago un paneo general y me teletransporto al pabellón 4 de la Unidad 47 de San Martín, donde todos los miércoles rezamos el Rosario y me toca dar, de vez en cuando, un mensaje de aliento en estas fechas difíciles:
Se necesita coraje para hacer el mejor regalo de todos, ese que no está envuelto en una caja ni tampoco es capaz de comprarse en un shopping. Se necesita coraje para regalar el perdón. Animémonos a regalárselo a aquella persona que sabemos que se lo debemos; porque no le mostramos nuestra mejor versión, porque no estuvimos a la altura en alguna situación o por haber permitido que nuestro ego gane. Hagámoslo a través de una carta, de un mensaje o de un llamado. Y si existe la oportunidad, hagámoslo cara a cara. Quizás le podamos cambiar el año a una madre, un padre, un hermano o un amigo. Y no lo hagamos sólo por ellos, sino también por nosotros, para caminar más livianos en esta vida.
Volvamos a lo simple, a la esencia de lo que somos, seres humanos imperfectos que reconocemos que nos equivocamos y pedimos a gritos una segunda oportunidad para demostrar que podemos ser mejores, incluso, que hoy a la mañana.
¿Y cómo lo hacemos? Abrazados a Jesús, el que hace nuevas todas las cosas y el que va a nacer, en un par de horas, en nuestros corazones ❤️
Regalemos el perdón, porque el perdón nos transforma 🙏🏻
Feliz Navidad para todos.
https://gallardof.com/wp-content/uploads/gladiadores-fundacion.espartanos.jpeg18001440Fede Gallardohttps://gallardof.com/wp-content/uploads/logo_Mesa-de-trabajo-1.pngFede Gallardo2022-12-24 08:43:392023-01-30 08:48:07Reflexión de Navidad, desde Málaga
Lago Ángel Gallardo
/0 Comentarios/en Blog, Reflexiones /por Fede GallardoAyer conocí el Lago Ángel Gallardo, lleva ese nombre en honor a mi bisabuelo. Fui con Diego, mi hermanito siempre generoso y generador de este tipo de programas, mi primo Pablo Bosch y dos sobrinos; un excelente equipo para disfrutar de un día único.
El bisabuelo se ganó el tremendo honor de llevar el nombre de un lago, y ojo, también el de una avenida, el de una estación de subte, el de una localidad en Santa Fe, el de una hormiga (real 😅) y el de aparentemente varias cosas más… Y todo eso fue por la imponente obra que hizo en sus 66 años de vida.
Fue ingeniero, doctor en ciencias naturales y político. Una bestia. También Presidente de la comisión creadora de Parques Nacionales y Ministro de Educación durante 5 años. Su legado fue tremendo; duplicó el número de escuelas nacionales en el país y, sobre todo, en la Patagonia. Fundó más de 1.600 escuelas y, según los datos, la cantidad de alumnos en 1916 era de 322.500, y aumentó a 467.500; es decir que en menos de cinco años se incorporaron 145.000 alumnos 🤯.
Alguna vez dijo: “Si no queremos caer en una barbarie civilizada, peor aún que la barbarie primitiva, necesitamos fomentar inteligentemente nuestras escuelas, enriquecer bibliotecas, fundar y dotar laboratorios, dar elementos de trabajo a los observatorios y museos, facilitar las publicaciones científicas”.
Y sobre el cargo público al que asumió en su momento, dijo:
“En las funciones que actualmente estoy desempeñando, aplico exactamente el mismo criterio desinteresado y de exclusivo culto de la verdad y el patriotismo que he empleado en todas las otras actividades que me ha tocado desempeñar en mi vida. No he sido ni soy hombre político ni tengo aspiraciones de serlo. He tratado estas cuestiones que ahora me toca resolver llevado exclusivamente por el ánimo de prestar, en lo que de mí dependa, un servicio a mi país y un acto de solidaridad con el excelentísimo señor presidente de la República”.
Cuando dejó este plano se decretó duelo nacional, porque la huella fue fuerte.
Un hombre de bien, que hizo mucho bien, y que su legado aún sigue vivo en la aspiración de sus hijos, nietos y bisnietos, a seguir construyendo un país mejor 💪🏻🇦🇷
El lado B del Sur
/0 Comentarios/en Blog, Reflexiones /por Fede GallardoEl lado B del Sur, el que no muchos conocen y el que me desafía a sacar mi versión más completa. Me lleva a salir de la zona de confort porque las comodidades a las que estoy completamente acostumbrado dejan de estar. Y hay días como el de hoy, en el que me levanto y no hay gas, y que la ducha caliente se transforma en un baño en el lago con temperaturas bastante bajas 😅. Días como el de hoy, que toca hacer fuego y hacer unos huevos revueltos con panceta y un buen café en la plancha y que tienen un sabor muy especial.
Días también, donde convivo con la incomodidad de no tener señal y que la conectividad sea únicamente por wifi, gracias a unos escasos 5 megas que dependen de como sopla el viento, pero que me son más que suficientes para laburar (aunque me hagan trabajar la paciencia 🤓). La incomodidad de estar pendiente del clima, porque si no sale el sol no se cargan los paneles solares y con la acumulación de los días nublados y de lluvia, deja de haber luz. Y si no hay luz, no hay wifi, ni bomba de agua, y tampoco luz, ja. Y todo se pone algo complicado.
Pero hay algo en toda esa incomodidad, algo, que me hace sentir más vivo. Por eso, cada vez que me instalo por un tiempito en el Sur, abrazo su lado B, me río de lo civilizado que estoy, me pongo algo más rústico, salvaje y ermitaño, y lo disfruto 😉
🎥❤️ @agusscarafia
#SanMartinDeLosAndes #Patagonia #Argentina
Un freno necesario
/0 Comentarios/en Blog, Reflexiones /por Fede GallardoEsta vorágine vivida en poco tiempo me llevó a una implosión, porque sí, soy intenso. Y entonces salí a buscar la mejor manera de frenar. Y frené. El destino, el Monasterio Benedictino Santa María de los Toldos. Un paraíso a pocas horas de la ciudad. Le avisé a mi círculo íntimo que apagaba el teléfono por unos días porque necesitaba desconectarme para conectar.
Necesitaba hablar con Él, sí, con Jesús (lo escribo para que no queden dudas, porque parecería que nombrarlo a veces incomoda). Busqué el silencio, me retiré del mundo y conecté con el mío. Lo hice gracias al especial clima de oración que se vive en el Monasterio. Eso me permitió pasar horas escribiendo y leyendo y también encontrarme con personas únicas que estaban de paso, como yo.
Párrafo aparte para los monjes. Su simpleza, su alegría y la complicidad entre ellos. Hablé con algunos, entre ellos Mamerto Menapace, y en sus charlas encontré mucha paz y sabiduría. Conocí cómo viven y absorbí tanto de ellos que no tengo más que palabras de agradecimiento.
Además me encontré con la enorme sorpresa de que habían leído, entre todos, “No permanecer caído” y que conocían a la perfección la obra que hacemos en la @fundacionespartanos.
Qué enorme regalo me hice, fue de las mejores experiencias que viví. Me volví lleno de paz y con mucha fuerza para encarar lo que se viene, un mundo cada vez más golpeado y con personas cada vez más rotas. Yo quiero hacer algo por ellas, por eso busco estar cada vez mejor, porque cuánto mejor esté yo, más bien voy a poder hacer.
¿Me acompañás?
Lo efímero, la vida
/0 Comentarios/en Blog, Reflexiones /por Fede GallardoLo efímero. Lo que no se controla ni se modifica. Lo que se aprecia. Lo que se agradece. El instante. Aquello que pueda durar milésimas de segundos o cientos de miles de horas. Todo parece fácil y obvio hasta que lo deja de ser. Una rama cayendo de un árbol. Una roca desmoronándose a un hueco que no está vacío. Una moto que pierde el control. La noticia de una enfermedad terminal. Un infarto. Un abrir y cerrar de ojos. Lo que avisa y lo que no avisa.
Lo que está, deja de estar.
Esta vida es un regalo y la damos por hecho. Ni siquiera nos preguntamos a qué vinimos o cómo podemos hacer para ser mejores que ayer. No nos tomamos el tiempo para pensar en qué podemos cambiar. Nos da pánico enfrentar lo que tenemos que enfrentar. Dejamos todo para después como si tuviéramos garantizado el después. La tecnología nos consume y nos quita las ganas hasta de comer. Nos gobiernan y nos mienten en la cara y no hacemos nada. Parecemos orgullosos de ser de la media. Ya nos da lo mismo hacer las cosas bien o mal porque vivimos sin encontrar un para qué. Lo que nos importa es cuánto ganamos a fin de mes o qué título tenemos colgado en la pared. Al de al lado lo damos por hecho. No perdonamos ni pedimos perdón. Tampoco nos arriesgamos a vivir con amor. Estamos enfermándonos por no asumir que un día no vamos a estar.
Hasta dónde. Hasta cuándo. Cuál será el despertador. Qué hacemos por los demás. Qué huella dejamos. Cuánto amor damos.
Hay poco tiempo, parece mucho, pero no lo es.
Despertemos porque mientras yo escribí esto y vos lo leíste, la gaviota ya voló y el arcoíris desapareció.
📸 Cádiz, España.
#Cadiz #Andalucia #España
Mi amigo El Tony
/0 Comentarios/en Blog, Cuentos /por Fede GallardoDía 75, Málaga.
Tony. 65 años. Camarero y amigo.
Padre de familia. ¿Su mujer? Josefa.
Trabaja en el mismo lugar desde sus 13. Háblame de un país estable.
¿El bar? El Morata, frente al mar. La carta es básica. ¿Lo mejor? El adobo, las papas a lo pobre, las rabas y una caña. También el “caldillo pintarroja”, una sopa picante que tomaban los marineros hace muchos años para soportar los fríos en alta mar.
Tony tiene un toro en su antebrazo izquierdo. Probablemente, si hubiera nacido en Italia, hubiera sido un gran mafioso o, por qué no, protagonista secundario de El Padrino. Pero Tony es Andalú y lo es de pura cepa. Grita y gestualiza a toda hora. “¿Qué pasha shaval?” me dice cada vez que nos vemos. También me abraza y me hace sonreír. Hace tiempo que no encontraba a alguien con la misma manera de dar amor que yo, así, gritón y cariñoso. Aunque él es mucho más servicial y también más cabrón. Lo enfadan las señoras paquetonas que, cuando agarran la carta, se ponen indecisas; y también cuando le hablo de fútbol y le recuerdo que hace muchos años que no levantan la copa.
A veces se acerca a la mesa y deja media ración de algo que no le pedí. Cuando se aleja, sonríe, me guiña un ojo y me hace “shhh”.
Hoy se sentó en la mesa y se pidió una caña: “Venga, deja esa copa aquí que hoy me la tomo yo” le dijo a su compañero. Nos miramos y brindamos. Lo hicimos a la salud de las amistades que no conocen de diferencias, ni de edad ni de tiempo, ni de clases sociales ni de ideologías, y que tampoco quedan claras si son de esta, o de otra vida.
📸❤️ La tina @agusscarafia
Reflexión de Navidad, desde Málaga
/0 Comentarios/en Blog, Reflexiones /por Fede GallardoMálaga, día 62 ✍🏻
Es 24 de diciembre de 2022. La fecha me suena, la razón dice que llega Navidad. El corazón conecta con los amaneceres y atardeceres de la Costa del Sol pero no con el verdadero sentido de estos días. Desde ayer que empezaron a llegar algunos mensajes de clientes, familiares lejanos y amigos. Temática: cierre de año y “Feliz Navidad”. Esos pequeños balances que llegan por chat y que intentan rozar la profundidad en una vorágine tan difícil como tomarse el tiempo de leer tres renglones seguidos.
Me acerco a la calle Larios, al centro de Málaga, a comprar el regalo del amigo invisible de la espectacular familia que me regaló esta tierra. Mientras camino veo caras desencajadas, cajas que valen cientos de euros y se envuelven cada vez más grandes, vendedores despeinados y cajeras ya sin sonrisas.
Freno, hago un paneo general y me teletransporto al pabellón 4 de la Unidad 47 de San Martín, donde todos los miércoles rezamos el Rosario y me toca dar, de vez en cuando, un mensaje de aliento en estas fechas difíciles:
Se necesita coraje para hacer el mejor regalo de todos, ese que no está envuelto en una caja ni tampoco es capaz de comprarse en un shopping. Se necesita coraje para regalar el perdón. Animémonos a regalárselo a aquella persona que sabemos que se lo debemos; porque no le mostramos nuestra mejor versión, porque no estuvimos a la altura en alguna situación o por haber permitido que nuestro ego gane. Hagámoslo a través de una carta, de un mensaje o de un llamado. Y si existe la oportunidad, hagámoslo cara a cara. Quizás le podamos cambiar el año a una madre, un padre, un hermano o un amigo. Y no lo hagamos sólo por ellos, sino también por nosotros, para caminar más livianos en esta vida.
Volvamos a lo simple, a la esencia de lo que somos, seres humanos imperfectos que reconocemos que nos equivocamos y pedimos a gritos una segunda oportunidad para demostrar que podemos ser mejores, incluso, que hoy a la mañana.
¿Y cómo lo hacemos? Abrazados a Jesús, el que hace nuevas todas las cosas y el que va a nacer, en un par de horas, en nuestros corazones ❤️
Regalemos el perdón, porque el perdón nos transforma 🙏🏻
Feliz Navidad para todos.