#Día5 – De eso no se puede hablar

Martes a la noche. Rosa termina de poner la mesa. Roberto lee en su escritorio “El poder de ser vulnerable” de Brené Brown. Está algo molesto, no sabe si es por lo que pasó hoy a la mañana o por los whiskies que tomó ayer mientras hacía una videollamada con Cacho. “Hay por Dios, lo que me duele la cabeza. Qué manera de reírnos, ¡repitámoslo amigo!” recibe en su Whatsapp. “Jajaja, yo estoy un poco mejor pero me levanté roto. Qué lindas anécdotas, yo creo que los viejos amigos tienen que tener su propio diario, para que nos lo lean nuestros hijos cuando estemos en las últimas”, le contesta. “Podemos empezar por la del afano al kiosco de la Toti, cuando éramos pibitos y le sacamos tres cajas de Mogul de abajo del mostrador, es el día de hoy que veo uno y se me revuelve el estomago”, dice Cacho. “Jajaja, qué memoria tenés Cachito, te envidio…”.

Gordo, están los ravioles servidos. ¿Venís?

Voy Rosita, voy. Al acercarse al comedor diario dice: Epa, ¿comemos en el comedor hoy?

Se sientan en la punta de la mesa grande, de lejos suena un piano suave y armonioso.

¿A qué se debe tanto lujo Rosa?¿Querés un vinito?

No, tomo Coca… Y el lujo, a nada, a cambiar de aire, lo de hoy a la mañana no estuvo bueno, para ninguno de lo dos.

Ya sé Rosita, pero vamos cinco días encerrados y, de repente tocamos temas que joden, viste. Yo sé que muchos dicen que este es un momento de introspección, para hablar de esas cositas que están ahí, para nutrir la pareja, pero justo hablar de eso, me pone los pelos de punta Rosa. Y me conocés, exploto en un segundo, me bloqueo, vos te ponés sensible, se te cae una lágrima, me tranquilizo, te pido perdón, nos abrazamos… y ya sé que lo nuestro no es tóxico, porque nos entendemos, porque sabemos frenar antes de tiempo. Pero este tema Rosa… hablémoslo cuando pase un poco este virus, ¿querés?

Lo que pasa Roberto es que, con o sin virus, de eso no te puedo hablar. Y hace tiempo que lo tengo atragantado.

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