#Día8 – La carta de Roberto

Roberto evadió la pregunta y contestó:

Ya estoy mejor, olvidate… es esto del virus. Hace un rato pasó la policía de nuevo, con ese megáfono gritando “Les rogamos permanecer en sus hogares”, es el momento que más me angustia Cacho. Me hace acordar a Chernóbil, la serie esa ¿la viste?

Sí, tenés razón que hay algo de eso…

Terminaron la conversación una hora después.

¿Le contaste? Preguntó Rosa cuando lo vio salir del escritorio.

No pude, calculo que lo haré este fin de semana…

Comieron tranquilos y se fueron a dormir.

Hoy temprano, Roberto se levantó antes que Rosa. Preparó un mate y se encerró en el escritorio. Agarró papel y birome y escribió:

“Yo no sé cuántos días me quedan Rosa, no sé si son semanas, meses, años… viste que cada cuerpo reacciona diferente. Hoy no tengo dolor, pero los dos sabemos que cuando esto avance, no hay vuelta atrás. Por eso, Rosita, yo quería agradecerte. Puedo estar días enteros escribiendo sobre lo nuestro pero esta carta es sólo para agradecerte.

Agradecerte por tantos años juntos. Por haberme soportado con mis malhumores, por haber aguantado tanta intensidad, por hacerme creer que yo tenía el control de todo cuando, en realidad, vos tenías las pilas.

Gracias porque, hasta que llegaste a mi vida, yo era un tipo que sólo pensaba en mí, descreído de las relaciones, tóxico, intolerante, mandón, acostumbrado a buscar el conflicto y… me diste vuelta como una media.

Me sonreíste por primera vez Rosita, y supe que eras vos. Me enseñaste a amar, me mostraste que en una relación también hay una amistad. Me enseñaste a compartir, a disfrutar de la vida, a ser más simple y a sonreír ante todo. Eso me enseñaste Rosa, a tratar de poner la mejor cara siempre. Porque así sos vos, vas siempre para adelante, te llevás todo puesto… Y puedo decir que tengo la dicha de abrazarte cuando te quitás la capa. Ahí… cuando te aflojás, yo estoy para abrazarte y eso me hace sentir la persona más afortunada del mundo Rosita.

Te admiro, y no hay nada mejor para un hombre que admirar a su mujer.

Gracias Rosa, por todo.
Y con lo mío, que sea lo que el barba quiera… sólo quería agradecerte”.
 

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