#Día9 – Brindemos Rosa
¿Cómo te sentís gordo?
Hoy estoy mejor Rosa, escribirte esa carta me animó, como que me lo saqué de encima viste, sabés que no me gusta guardarme nada… Y me distraje con la computadora, no miré las noticias, fui a lo de Jorge a buscar papel higiénico… Ver el río de lejos, nadar un rato en la pileta, hacer un poco de ejercicio y llegar a esta hora animado, no es poco Rosa. Ya van 213 horas bajo techo y hay gente que la debe estar pasando muy mal…
¿Pero sabés lo que también me animó hoy Rosita? Pequeñas cosas… Mirá, a la mañana entró por la ventana del escritorio un olor a pasto recién cortado que me trasladó como cincuenta años atrás, cuando el viejo empezaba a cortar y al ratito me pedía que yo siguiera… No sabés como sonreí, lo extraño. Después, camino a lo de Jorge, estaban esos dos viejitos sentados tomando un mate… Con la alegría que me saludaron Rosa, deseando ver gente, pobres. Yo creo que los que están acostumbrados a sociabilizar desde la vereda la deben estar pasando muy mal.
Cuando volvía me crucé con la policía y me preguntó qué hacía. Le dije que vivía acá a media cuadra, que fui al almacén y me pidieron que me meta rápido adentro, pero lo hicieron con una educación Rosa, que yo no vi en mi vida. Antes de entrar a casa, la vecina estaba sacando el pasto a la vereda, le conté lo que me pasó y me dijo “no sólo sonreíste vos, la naturaleza lo está haciendo hace nueve días”. Me dejó pensando… Y ayer justo vi un video del Papa que decía “Dios perdona siempre, el hombre a veces, la naturaleza nunca”. ¿Loco no?
Los humanos encerrados, aplaudimos a los que se la juegan; médicos, enfermeros, almaceneros, veterinarios, recolectores de basura, camioneros y tantos otros… Y hace días que a las 21 hs aplaudimos sólos en el medio del living a toda esta gente, mientras la perra ladra como loca. ¿Estamos un poco más unidos Rosa? No digo nosotros Rosita, digo el mundo. Me da esa inocente sensación… Pero por otro lado, me da miedo que no entendamos el nuevo orden de prioridades que está planteando todo esto…
Terminado el monólogo, Rosa sirve dos copas de vino, mira a Roberto los ojos y le sonríe. Por el mundo y un futuro mejor, dijeron al mismo tiempo.