El viejo
Qué linda es la lluvia cuando cae y golpea contra la chapa. Qué sonido particularmente perfecto. Qué valor toma el mate en estas circunstancias y más cuando tenés a tu viejo al lado. Cuando te reís y por qué no, cuando discutís. Cuando te peleas pero al rato te amigas. Pero lo más lindo de este ida y vuelta que se llama vida es que lo tenés al lado y eso… eso es invalorable. Hoy, en su cumpleaños, quiero hablar de él.
Cruz es un tipo que durante gran parte de su vida la remó. Un marinero que, con el paso de los años, se convirtió en Capitán gracias a que el mar nunca estuvo en calma. Y nunca se quejó. Y siempre la luchó. Era chico y se vino del campo para las luces a estudiar Abogacía, carrera que no pudo terminar porque apretaba más el bolsillo y la necesidad que las ganas de tener un título. Conoció a una mujer que potenció cada una de sus cualidades y lo hizo mejor persona aunque no sea momento para hablar porque Merce merece una nota aparte. Se casaron y tuvieron seis hijos. El viejo laburó mucho, dejó Buenos Aires y se fue a San Pedro (ciudad donde nació el abajo firmante). En ese encantador pueblito hizo amigos, educó a sus hijos, se convirtió en rico y en pobre, fue vendedor de autos (Gallardo Automotores), fue dueño de un galpón de pollos, y fue algunas cosas más… Pero, sobre todo, fue un gran recuerdo para lo que dejó de ser un pueblito para convertirse en ciudad. Veinte años más tarde volvió a Bs. As. para sentar cabeza en Tigre, para seguir laburando, para seguir haciendo amigos, para seguir educando a sus hijos y para dejar huella…
Una de sus virtudes más destacadas es el “amor” al trabajo, Cruz es de la vieja escuela, de esos que ya no quedan, que van para adelante sin dudarlo, con los huevos bien puestos. En algunos mates compartidos con la vieja, me contaba muchas de las cosas que yo no viví por ser el más chico, por ejemplo que Cruz tuvo dos laburos para poder mantener a todos sus hijos, que dormía muy pocas horas por día y que dejó todo en cancha para que podamos tener una educación digna y, esencialmente, para darnos el ejemplo.
Hombre de pocas palabras a la hora de cagarme a pedos, pero cuando abría la boca nos dejaba helado. Me acuerdo la vez que le mentí por motivos escolares (me había llevado varias materias y no había dicho nada). Me sentó en su oficina del entre piso del Supermercado La Catedral (ese que nos dio de comer por muchos años) y me dijo con voz gruesa: “A tus viejos no les mentís.”, no hizo falta ni cachetazo. Me paré de la silla, di media vuelta y me fui. Hasta hoy (salvo algunas mentiritas piadosas), no lo volví a hacer.
Es optimista en los momentos en que necesitas de él, revolea un brazo y con el ceño fruncido te dice: “Pero siii, metele para adelante”. Aunque, con el pasar de los años, algo pesimista también… Me toca disfrutarlo en uno de sus mejores momentos, gracias a Dios, hoy está jubilado y su preocupación es la huerta, la pileta y la vieja (aunque se haga problema por tantas otras cosas más…).
En los últimos años se volvió un tipo espiritual, de hechos y acciones, de los tipos que valen la pena y se ocupan de los demás.
Fue el mayor responsable de que yo forme parte de Los Espartanos.
Con el pasar de los años me di cuenta todo lo que aprendí y sigo aprendiendo al lado suyo. Una de las cosas que me dejó marcado a fuego es el concepto de FAMILIA. Éste, también esta dentro de sus mayores logros. La unión familiar es algo tan difícil de conseguir hoy en día que me cuesta imaginar como voy lograrlo cuando a mí me toque… La Familia es el respaldo más grande que puede llegar a tener alguno de nosotros, los integrantes. Es la base para muchas cosas pero, sobre todo, es la base para la vida. A mi entender, sin el concepto de Familia y amigos, es difícil que uno pueda lograr muchas cosas, o por lo menos es difícil pasarla bien en esta vida. Gracias a Dios, esos dos conceptos ocupan un gran porcentaje en mi vida y te puedo asegurar que es gracias al viejo…
Otra de las tantas cosas que me dejó tatuado en la piel es la alegría y su humor tan único… Con el paso de los años se fue poniendo un poquito más verde e inevitablemente más divertido. Y su humor no va sólo por ese lado, aprendió a reírse de algunas situaciones de su diaria. Cuando lo veas y le preguntes cómo está te va a responder «rengo, rengo, pero vengo»… Y cuando el vecino del barrio le preguntó en un tono serio cuál era la causa de su renguera, soltó un «muchos años de vino malo»… Y seguramente sea la principal causa.
¿Sabías qué? De chico tuve dos profesiones. La primera fue la de mozo, serví vino de «Damajuana» en una botella de vidrio triangular que nunca más me la voy a olvidar y la mesa del living de Montes de Oca tampoco. Y la segunda profesión de aquellas épocas fue la de ser el remisero de los 43/70 corto… Un cartón de cigarrillos marrón, asqueroso y repugnante que el viejo amaba… Y será tal el odio que le agarré a esa cajita que en mi vida fumé.
Y así es el viejo y a medida que pasan los años, que me pongo más grande y seguramente tenga que ver también que hace un tiempo me fui de casa y el vínculo inevitablemente creció y se hizo más fuerte, y también puede ser que empiezo a notar que a mis amigos les empieza a faltar su viejo, y que me doy cuenta de muchas cosas pero sobre todo, que lo quiero, valoro y admiro.
Y creeme viejo que no hay satisfacción más grande que, después de tanto tiempo verte remar, puedas ver que el mar está en calma y que aquel marinero, hoy convertido en Capitán, no tiene nada más que hacer que disfrutar del oleaje que, gracias a Dios, está tranquilo y sereno…
Ojalá algún día llegue a ser el Capitán de mi propio barco y pueda timonear a mi familia como vos timoneaste a la nuestra, y pueda exprimir todo lo bueno que me dejaste y mejorar lo que no me gustó de vos, pero para eso falta… Por ahora soy un simple marinero navegando y luciendo las marcas que me dejaste. Marcas llenas de valores, que muestro con orgullo, el mismo orgullo de ser tu hijo.
Al día de hoy, no tengo más que palabras de agradecimiento.
¡Feliz cumpleaños Nº 75!
Tu hijo menor.