Le disparó y fue feliz
La nota de hoy se trata de un hombre que, cómo de costumbre, amanece a las 6 de la mañana. Con una implacable responsabilidad para cumplir sus horarios, a las 6:03 ya está sentado en su cama, abriendo los ojos por cuarta vez en el día. 6:04 bosteza y abre los dos brazos, su perro lo imita a la exactitud. El animal saluda al amo, sabe que hoy tendrán un gran día.
A las 6:07 está el agua en mínimo, calentándose en una pava con mango de madera, una linda pava, de esas viejas que se suelen usar para adornar el pie de la chimenea. 6:08 él abre la canilla de agua caliente, sale fría durante dos minutos y recién a las 6:10 se pega una buena ducha. 6:14 cierra la canilla. 6:20 tiene la bombacha de campo puesta, una camisa a cuadros y unas botas. 6:24 saca el agua del fuego, pone yerba en el mate y 6:25 despierta a ella, la mujer que ni el ni su perro habían querido despertar: una simple estrategia para que la reina pueda dormir unos 25 minutos más. El perro sabe que a esa hora hay la reina se debe despertar, entonces salta a la cama y con dos lengüetazos le transmite un: «Buen día». Él apoya el mate en la mesa de luz y con una sonrisa le desea el mejor de los días. Abre las cortinas y aparece el sol que, bastante tímido, empieza a mostrarse. Se escuchan entre 6 y 8 sonidos de pájaros distintos. Abre la ventana para que el aire diga permiso y asome al cuarto. Ella hace el mismo gesto que él y el perro habían hecho apenas unos 21 minutos antes. Ya son casi las 6:30. Quedan varios minutos para que él converse con ella, le cebe unos mates, la acaricie y le acerque un pedazo de galleta con manteca y miel.
6:37 el perro pone cara de que algo está pasando, cuando levanta las dos cejas y la cola es que… algo está pasando. Raro, muy raro. Él con asombro le hace un gesto a ella para que no emita sonido. El perro se acerca a la puerta. Él se levanta de la cama, deja el mate en la mesa de luz y comienza a acercarse a la puerta. Cada paso está meticulosamente medido, nunca llega a pisar con el talón, sólo lo hacen las yemas de sus 5 dedos del pie. Llega a su objetivo, esta en la puerta. El perro ladra internamente, sabe que en estos casos no tiene margen de error, no puede emitir sonido. Él con la mano en el picaporte comienza a girarlo. El perro da un paso. Él sigue girando su muñeca. El perro acerca el hocico a la puerta. Él abre la puerta entre 2 y 3 centímetros. El perro sale. Se escucha un disparo. El perro ladra. No está herido, pudo esquivar el balazo. Él cierra la puerta pero se da cuenta de que acaba de dejar a su mejor amigo afuera. Ella grita. Él abre nuevamente la puerta y corre hacia el perro, lo agarra y otro disparo sale desde el sudeste. El disparo no logra su cometido. Él vuelve a entrar. Manotea su escopeta y muestra su mejor versión de Lucky Luke y de un solo disparo le vuela la rodilla al bandido. El perro corre, lo muerde y le quita un pedazo de su nariz. Él se acerca y reconoce un rostro familiar.
Le había disparado a alguien a quien conocía hace mucho tiempo, casi desde que él tiene uso de razón, la bala había impactado en su otro yo.
No pierde el tiempo, vuelve a disparar, esta vez en la frente. No quiere dudas, lo quiere muerto. Acaba de liquidar a su peor enemigo al peor de los bandidos. Acaba de dispararle a ése que lo había acompañado durante toda su vida. A ése que le impedía a él ser feliz.
El perro lo mira a él, reconoce que es un momento difícil y se pone a su lado. Él acaricia a su animal. Se miran y vuelven a la casa para decirle a ella que hoy va a ser un gran día, acaban de matar a su peor enemigo, acaban de matar a su peor versión.
7:00 solo quedan él, su perro, ella, el mate y la galleta a media morder.
7:01 piensan que lo que acaba de pasar es una buena manera de decir «buen día». Es una buena manera de dejar al bandido en otra vida.
Desde hoy en adelante sólo queda la mejor versión de él. Sólo les queda a ellos sonreír. Sólo les queda ser felices.
Mi consejo es que lo hagan,
que se atrevan a vivir con su mejor versión.