Pongamos que hablo de Madrid
Antes de empezar a leer, te pido un favor: poné play en este tema, dice algunas cosas que pienso pero que no escribo. Habla de Madrid:
13 de septiembre de 2014. Hoy, hace un mes, llegaba a Madrid. Empezaba el sueño del que todavía no despierto. Estoy escribiendo desde el living de mi casa.
Raro, pero de repente las cosas empiezan a ser mías: mi vino, mis aceitunas rellenas con anchoas, mis papas fritas, mi queso brie y mis tostadas. De repente empiezo a ser dueño de todo, pero sobre todo, de mi propia vida. Ya nadie me lava la ropa, nadie me cocina, nadie me limpia el baño y nadie me apaga la luz cuando me voy. Se podría decir que además de venir a estudiar, vine también a esto. A crecer. A dejar de lado la vida tan cómoda y segura que tenia allá para arriesgarme y curtirme un poco.
Soy de los que piensan que la felicidad es cada vez más grande, mientras uno se aleja cada vez más de su zona de confort.
Esperé mucho este viaje, se hizo esperar, pero llegó cuando tenia que llegar. Hace un mes me subí a ese avión con muchísimo cagazo, pero también con muchísima expectativa. Me subí dejando las cosas más importantes que tengo hoy en mi vida: mi novia, mi familia y mis amigos… Dejando también un laburo, a La Nave y dejando, sobre todo, muchísimo esfuerzo. Es linda la sensación de cerrar los ojos y decir, estoy en Madrid. En cuanto lo hago se me pone la piel de gallina. Hace poco más de un año este momento no era más que una conversación con mis amigos, no era más que un sueño que empezaba a hacerme maquinar cada vez más, hasta convertirse en mi principal objetivo.
Laburé para esto, estudié para esto, sufrí, lloré, reí y gocé para esto (sobre todo las dos primeras). Para este preciso momento en que suena Joaquín en los parlantes, en que el vaso de vino se convierte en el principal testigo de este exacto minuto…
De fondo mi cuarto, atrás mío, la ventana por la que el aire se hace presente y me invita a relajarme, a apoyar la espalda contra el respaldo y a hacerme suspirar para que tome conciencia de que el sueño se terminó… Porque los sueños se terminan, hermano, se terminan porque se hacen realidad. Porque si uno se encarga de que pasen, los sueños pasan, porque hace más de un año esto era una simple idea, hace un mes, subiendo a ese avión, era una locura y, hoy, es el presente más increíble que tengo en mi vida. Porque veo las cosas desde otra perspectiva, desde otra dimensión, valoro lo mucho que tengo allá. Es increíble, pero a veces uno necesita alejarse un poco para darse cuenta de lo cerca que tenia las cosas en su país. De lo bien rodeado que estaba, de la gente, de los vínculos, de las personas que de a poco empiezo a extrañar.
Qué lindo es volver a elegir, desde lejos, a las personas que estaban cerca.
Qué lindo es luchar por lo que uno quiere, qué linda es la recompensa.
Desde lejos, brindo por ustedes… ¡Salud!