Que en paz descanses “gato”
Esto lo escribí hace poco menos de dos meses, hablando de #LosGladiadores:
“Cuando arrancó uno de los cantos antes de dar inicio al segundo Misterio del Rosario, se me acercó Fernando, uno de los internos, con una angustia que jamás había visto. Él es una pieza fuerte dentro del pabellón y lleva incontables años preso. No tiene una sóla zona de su cuerpo sin marcas porque está cagado a palos en todo sentido. Según el, por el Servicio Penitenciario, pero me habló también de sus batallas en otros penales contra otros internos. La mano izquierda la tiene inmóvil, le cortaron uno de los tendones con un cuchillo. En la cadera tiene 4 centímetros de faca incrustados entre los huesos, y por eso, cuando se queda mucho tiempo parado, se le duermen las piernas. Hay heridas, como estas, que duelen, pero las que más duelen son las psicológicas; es un perro herido, al que le levantás la mano para acariciarlo y sale corriendo con el rabo entre las patas. Pero, con el tiempo y su lentitud para confiar, se fue soltando. Empezamos a relacionarnos a lo lejos, entre apodos como “cheto” de su lado y “gato” del mío, y siempre una sonrisa al terminar el juego.
Es, sin dudas, el tipo más duro y resentido del pabellón. Ayer, entre mates, me dijo que no aguantaba más, que se había enterado que quizás le daban perpetua y que no le encontraba sentido a la vida, no pude hacer nada para tranquilizarlo más que darle un abrazo y decirle “todo va a estar bien”. Pero no alcanzó y me redobló: “vos no sabés lo que yo sufrí, lo que me cagaron a palos, no te imaginas el dolor que tengo adentro. Si a mi me condenan, Fede, te juro que me quito la vida”. Lo miré a los ojos, fijo y lo vi en un punto de quiebre, sin retorno: “queres llorar y no podés, hacelo cagón, largá toda esa mierda que tenes de una vez por todas” y el perro, con innumerables lágrimas en los ojos, se dejó acariciar”.
Hoy a la mañana me enteré que anoche Fernando se quitó la vida en buzones, en esos calabozos invivibles donde duermen durante semanas muchas personas privadas de su libertad. Él era un tipo difícil, con una vida muy complicada y estaba en castigado por mala conducta… A mi modo de ver las cosas, muy desde afuera y sin estar en la diaria, no le hacía bien al pabellón. Pero fue a él a quién me propuse despertar, porque durante tantos años en Espartanos me enseñaron que hay que buscar al más cagado a palos, al más difícil y complicado, porque si se puede con ese, seguramente se pueda con los demás. Y le hablamos infinitas veces para mostrarle que el camino correcto no era el que estaba tomando y, de a ratos, parecía entender. Pero lamentablemente parecía. Vivía quejándose, vivía protestando, vivía la vida de mierda que llevan todos los presos con el agregado de que tenía el alma cagada a palos.
Hoy lo lloro, duele como duelen las personas a las que se le tuvieron afecto y se van de este mundo. Y duele en las entrañas imaginar el momento de debilidad que tuvo hace menos de 24hs en donde el puto diablo metió la cola y lo dejó sin esperanzas. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver y duele que no haya querido escuchar un poquito de todo lo que le llevamos… pero fue lindo verlo sonreír, fueron lindos esos Rosarios juntos en donde se enchufaba de a ratos y pedía por algo, fueron lindos esos momentos en los que pudo rezar y encontrar un poco de paz, me quedo con eso.
Y también, con la sonrisa de los últimos tiempos, cuando nos veía llegar.
Que en paz descanses “gato”.