Rebotando contra el cemento madrileño
Domingo 21 de septiembre de 2014, 8:00 AM, Fernández Villaverde 16, Madrid. Suena “Rise” y mis ojos se abren, el despertador ya cumplió su función, puede descansar tranquilo hasta mañana. A mí me queda sólo arrancar el día. Juampi, nuestro invitado, se levanta a la misma hora porque tiene que partir para Argentina, tiene que cumplir obligaciones. Gran visita, gran compañía, gran persona.
La mañana sigue y con Tito intercambiamos miradas, largamos un rápido pero afectuoso “Qué haces men” y seguimos con las actividades típicas de un recién levantado. El desayuno es un vaso de leche y algunas tostadas con manteca y membrillo. El vestuario para un domingo es raro, lo conforma una remera azul, un short, medias y zapatillas. La remera azul tiene en el pecho a un corredor levantando las manos entre edificios, como victorioso después de haber llegado a la meta, debajo de él hay una inscripción que dice “Madrid corre por Madrid 2014”.
El abrazo con Juampi determina el fin de nuestra hospitalidad y el fin de su generosidad y da comienzo al camino hacia los ascensores. Son dos, curiosamente, uno para los departamentos “exteriores” y otro para los “interiores”, son chicos, diría metro cuadrado. Entro y me choco contra un espejo en el que tengo uno de los primeros contactos con mi caripela y mi nuevo look (bastante polémico por cierto). A mano izquierda esta la botonera con la famosa “PB”, pero hoy esa “PB” se va a convertir en nuestro camino a la primer “maratón” en Madrid.
Hacemos un par de cuadras y vemos poco clima de carrera, poca gente, poca policía, muchos autos y mucha intriga: “¿Qué carajo pasa? ¿Seguro que es hoy boludo? La concha de la lora…”
Llegamos a donde estamos convencidos que es la carrera pero el culo se nos va frunciendo cada vez más: “Para, ¿es acá? ¿Dónde carajo es? Me muero, me muero…” Y todo nos hacía remitir al último maratón que corrimos (los 21 Km de Bs.As) que saliendo de casa se nos quedó el auto sin nafta y teníamos el culo igual de fruncido que ahora.
Faltan 30 minutos y Tito se acerca a un guardia que deambulaba por la zona: “Puesh no tío, el maratón de Madrí esh en el Parque del Retiro” Uhhh la puta que lo parió, en la loma del orto a la izquierda. En Metro ya no llegamos, así que vamos corriendo a casa (de paso calentamos), agarramos la billetera, nos cruzamos con Juampi que se raja pa´ Argentina y frenamos un tacho. Ahora sí, la despedida, él encara para el aeropuerto y nosotros para el Parque del Retiro. Debo confesarle que el taxi iba para el mismo lado que la estación de Metro que él tenía que tomarse (si estás leyendo.. sorry man pensamos que era para el otro lado).
La tachera es hermosa, de unos 98 Kg aproximadamente y rápidamente nos empieza a dar charla, lo único que sale de mi boca es “Apúrese señora que no llegamooo”, y la reina arranca a filosofar: “No entiendo como se levantan para correr a esta hora tío, yo apenas me levanto para currar” y en mi mente la respuesta es perfecta: “Me levanto a correr para no terminar como usted amable señora y ¡aprete el acelerador hdp!”. Sí, mi mal humor es inmenso, no podemos ser tan boludos de no chequear bien el lugar la noche anterior.
Llegamos al Parque del Retiro, el ambiente es perfecto, policías en las calles cortadas, muchas remeras azules, hombres, mujeres, chicos, cuarentones y ancianos, gente con sillas de ruedas especiales y todo el ambiente mágico que envuelve a un “maratón” (por más que sean sólo 10 Km). Dejamos las billeteras en el guarda ropas, la organización es espectacular y faltan sólo 5 minutos para las 9:30 AM, hora señalada en la que Tito y yo decidimos batir nuestros récords.
Vamos a nuestros puestos, tenemos dos minutos para elongar y 30” para darnos un abrazo, chocar las 5 y decir: “A fondo, a dejar todo” y para gritar ese único y tan valioso: “Vamos CARAJO”. Somos aprox. 10.000 corredores que nos salen garras de los pies, esos segundos antes de la largada en que uno mira al cielo y agradece, porque todo lo que viene después es alegría.
El contador humano termina los últimos 5 segundos del countdown diciendo: “Shincooo, cuatrooo, treshhh, doshhh, ¡¡¡Madrid corre por Madrid 2014!!!”
Y salimos, en realidad salgo, porque a Tito le pasó algo muy pero muy grave, parece ser que la Guardia Civil lo estaba buscando, porque empezó a correr como si hubiera afanado un banco. Que hijo de puta, a los 5 metros ya lo veía entre los primeros 20 con su saltito típico y si velocidad anormal. Y como ya estoy acostumbrado a ese desafore me vuelvo a concentrar en mí carrera. Pasan los kilómetros y la cabeza vuela mientras mis 90 Kg rebotan contra el cemento madrileño. Recorremos la ciudad, pasamos por los monumentos y las plazas típicas, las avenidas históricas y las monumentales “puertas” de la ciudad.
A mi correr me conecta mucho, me conecta con mi interior y con mi exterior, de repente soy todo uno que navega por el pavimento y de la cabeza me surgen las sensaciones más espectaculares que puede tener un hombre. La sensibilidad a flor de piel por estar corriendo en una ciudad que se convirtió en anhelo en el último año y medio, las lágrimas en el kilómetro 3 que no se me van a borrar nunca más en mi vida, lágrimas de satisfacción, de gloria y de inmortalidad que sólo los maratones te pueden dar… Las lágrimas son dos o tres, pero resumen lo que fueron los 10 km.
En fin, para ir concluyendo con la carrera y con la nota, puedo decir que los dos cumplimos el objetivo, terminar los 10 Km. Para los que no entienden mucho de que en los maratones “No importa el tiempo, importa llegar”, les dejo los números que seguro les van a gustar, para los que entienden de este deporte y comparten mi filosofía, se acabó la nota.
Tito hizo 37´y salió 42 de 8.112 corredores de nuestra categoría.
Yo hice 47´y salí 1.232 de la misma cantidad de participantes.
PD: El running es como la vida, siempre te exige un poco más. El 18/10 corremos 42 Km en la montaña. Si uno se lo propone los sueños se convierten en realidad.
¡Vamos CARAJO!