Un freno necesario

Venía a 2x. Los viajes, el cambio de país y de cultura, el movimiento, desensillar en una ciudad donde pareciera que no te da otra alternativa que ir a esa velocidad; la inflación, la pobreza, la cárcel con cada vez más jóvenes y la grieta cultural que parece no tener fin. Las creencias populares de que necesitamos cada vez más y más guita para poder concretar proyectos, la falta de mirada entre nosotros, de valores y de educación y la falsa creencia de que hoy somos más libres que hace 1.500 años. Porque todo es tan perverso y el juego del enemigo es tan inteligente, que nos hace creer que hoy somos libres, ja.

Esta vorágine vivida en poco tiempo me llevó a una implosión, porque sí, soy intenso. Y entonces salí a buscar la mejor manera de frenar. Y frené. El destino, el Monasterio Benedictino Santa María de los Toldos. Un paraíso a pocas horas de la ciudad. Le avisé a mi círculo íntimo que apagaba el teléfono por unos días porque necesitaba desconectarme para conectar.

Necesitaba hablar con Él, sí, con Jesús (lo escribo para que no queden dudas, porque parecería que nombrarlo a veces incomoda). Busqué el silencio, me retiré del mundo y conecté con el mío. Lo hice gracias al especial clima de oración que se vive en el Monasterio. Eso me permitió pasar horas escribiendo y leyendo y también encontrarme con personas únicas que estaban de paso, como yo.

Párrafo aparte para los monjes. Su simpleza, su alegría y la complicidad entre ellos. Hablé con algunos, entre ellos Mamerto Menapace, y en sus charlas encontré mucha paz y sabiduría. Conocí cómo viven y absorbí tanto de ellos que no tengo más que palabras de agradecimiento.

Además me encontré con la enorme sorpresa de que habían leído, entre todos, “No permanecer caído” y que conocían a la perfección la obra que hacemos en la @fundacionespartanos.

Qué enorme regalo me hice, fue de las mejores experiencias que viví. Me volví lleno de paz y con mucha fuerza para encarar lo que se viene, un mundo cada vez más golpeado y con personas cada vez más rotas. Yo quiero hacer algo por ellas, por eso busco estar cada vez mejor, porque cuánto mejor esté yo, más bien voy a poder hacer.

¿Me acompañás?