Nací en abril de 1988 en San Pedro, Buenos Aires. Soy el hermano más chico de seis, vengo de una familia privilegiada, llena de valores y de mucho amor.
Soy licenciado en Comunicación Social y co-fundador de Double Haul, agencia de comunicación. También soy co-fundador de la Fundación Espartanos y tengo la suerte de ser el autor de “No permanecer caído, la historia de Los Espartanos”.
Me considero la oveja negra de mi familia, hace unos años me di cuenta de mi despertar en conciencia y empecé un proceso de transformación personal. Tuve cientos de factores que me hicieron despertar, pero uno de los principales fue entrar en el mundo de la cárcel y ver otras realidades.
Me queda grande la etiqueta de escritor y también la de maratonista. Soy futbolero, hincha de Boca y Sabinero. Me encanta la pesca con mosca (viviría pescando) y el mate.
Siempre, dame un mate.
Este libro brinda testimonios de vida de Los Espartanos, el equipo de rugby de la Unidad Penitenciaria Nº 48 de San Martín, Provincia de Buenos Aires. Ellos nos enfrentan a una realidad: hay personas que están condenadas desde la cuna a tener vida de perros maltratados. Sus infancias son relatos crudos, postales del infierno mismo.
¿Qué duele más? ¿Nunca haber recibido un abrazo o estar encerrado en una celda húmeda sin ropa ni comida? ¿Pesa más una madre que abandona, seis puñaladas en la espalda por un pedazo de pan, o un padre borracho dando una paliza brutal a un niño? ¿Cómo sobrevivir a todo esto sin resentimientos? ¿Es posible el cambio de mentalidad?
La pelota de rugby y el rezo del Rosario parecen ser los atajos que preparan el terreno para dar el gran salto al vacío: pedir perdón, perdonar, y perdonarse. Cuando se alcanza ese punto de maduración en la historia de cada uno, las personas quedan listas para aprovechar una nueva oportunidad. Porque siempre se puede volver a empezar. Y como nos enseñó el papa Francisco: “En el arte de ascender lo importante no es no caer, sino no permanecer caído”.