Lo obligaron a encerrarse, aislarse de todos y de todo. Como si un virus mortal esperara al acecho para atacarlo cuando la puerta de su cabaña se abra. Cerró con llave. El viejo tablón de quebracho, abrazando de un lado al otro el marco, le terminó de dar seguridad. Tenía víveres suficientes para cuatro meses, incluidas algunas noches de exceso. Había leña, cigarros, vino y whisky.
Lo aislaron de todos. Se miró al espejo, frunció el seño y explotó el vaso contra la pared. Odiaba la falta de libertad. Se acurrucó en la esquina opuesta a la chimenea, con los brazos en las rodillas, desnudo. Vivió los primeros días peleado contra el mismo.
La radio anunciaba que todo iba para largo. Los nudillos ensangrentados de tanta furia. No había razón suficiente para no poder abrir esa puerta. Pero sentía una presencia en el aire, como si estuviera vigilado, como si la libertad fuera una mala palabra.
Lo aislaron de todo, menos de sus propias sombras. Maldito gobierno que no se había llevado sus miserias. Lo comía su propia oscuridad. El desamor y las heridas del pasado ardían como la leña frente a sus ojos. Más de la mitad del tiempo encerrado, lo pasó cuestionando su pasado…
La radio pronosticaba una nevada histórica; aislamiento de todos y de todo, por tiempo indefinido. No había señales de libertad. Sí de su oscuridad, un monstruo asomaba desde su estomago, con infinitas caras gritando, dispuestas a llevarse todo, incluso la esperanza.
Una noche de desvelo, extremadamente cansado, sintió un fuerte impulso de agarrar una birome y un papel. Corrió a la chimenea. Empezó a transpirar. No sabía lo que era tener enfrente a sus ojos una hoja en blanco, ni era consciente del poder de un objeto que deja tinta mientras camina. Cuando estaba a punto de empezar se paralizó, como si alguien lo hubiera agarrado del brazo; como si los que lo estuvieran vigilando se hubieran dando cuenta del acto de rebeldía que estaba a punto de cometer… pero lo logró, escribió.
Y lo obligaron a encerrarse, a aislarse de todos y de todo, por tiempo indefinido. Pero lo que no pudieron hacer, fue sacarle la libertad de su puño y letra; mucho menos, la de su imaginación.
#PasarseEsComoNoLlegar
https://gallardof.com/wp-content/uploads/Copia-de-CUARENTENA.png13501080Fede Gallardohttps://gallardof.com/wp-content/uploads/logo_Mesa-de-trabajo-1.pngFede Gallardo2020-07-03 23:16:342021-03-06 17:32:33La libertad en la cabaña
Soledad, según enciclopedia, estado de aislamiento en donde un individuo se queda solo sin acompañamiento de una persona o animal de compañía. Soledad, el gran cuco al que le tenemos miedo. Soledad, ¿por qué te tenemos miedo? Soledad, ¿no serás la solución? Soledad, ¿y si nos abrazamos de una vez?
Imperdible programa con Carmen, sobre la soledad, la verdadera solución para mantenernos conectados con nosotros y con Dios.
https://gallardof.com/wp-content/uploads/la-soledad-carmen-burone.jpg629828Fede Gallardohttps://gallardof.com/wp-content/uploads/logo_Mesa-de-trabajo-1.pngFede Gallardo2020-06-23 20:33:232021-05-29 16:18:17La soledad – Carmen Burone y Fede Gallardo
– ¿Por qué me mirás? – Porque cada vez que apareces me hipnotizás. – ¿Y qué te pasa cuando me ves? – No sé, me llevás a mi estado más primitivo. Me trasladás a la montaña, a un mate, un vino o un whisky, a una chimenea, una salamandra o a un fogón, como este de la foto. – ¿Y qué te gusta de mí? – Lo que me generás… El silencio de mi alma que se queda contemplando… Puedo estar horas así, me das paz. – ¿Y qué otra cosa te da paz? – Serme fiel a mi mismo. A lo que me vibra, a lo que siento adentro, en las venas. – ¿Y qué te vibra? – La montaña, el río, las truchas. Una cabaña, wifi para poder trabajar de lo que amo. La música, los libros, la escritura. Pasar noches escribiendo, con tu compañía de fondo. Me vibra una mujer que tenga los mismos anhelos que los míos, que pueda abrazar y sentirme en casa. Que quiera ser madre y trascender juntos en una familia llena de valores, respeto y unidad. Siempre con un perro salchicha al lado… – ¿Y qué más? – Darle una mano al que menos tiene. Recibí mucho en esta vida, hay infinitas personas que no recibieron nada… Y hay mucho dolor, mucha gente rota, y siento que las puedo ayudar. – ¿Un poco ambicioso? – No me desespero, trato de cambiarle el día al que tengo al lado. Con una sonrisa, una palabra de aliento, tratando de despertarlo. – ¿Estuviste dormido? – Sí, muchos años. Hasta la muerte de mi mejor amigo, y tres años después, la muerte de quien yo consideraba mi segundo padre. Todo en mi adolescencia. Desde ahí, me prometí vivir como si no existiera el mañana. – ¿Y por qué no vas en búsqueda de lo que te vibra entonces? – Estoy en eso… estoy en eso. A veces uno se autoengaña y deja sus sueños y anhelos para “cuando sea viejo”. Y cuando uno es viejo, ya ni se acuerda de aquello que tanto añoraba. Y además, ¿quién dice que voy a llegar a viejo? – Bueno… parece que tenes todo bastante resuelto, ¿qué esperás para ir vivir tu sueño? – A que se levante la cuarentena. – Te espero entonces, en algún rincón del sur, o en tu cabaña… No dejes de hablarme, me encanta. – Gracias fuego, a mí también…
Hoy, en el #DíaDelEscritor argentino, queremos celebrar el libro que le dio voz a los Espartanos:
“No permanecer caído”, es la obra de Fede Gallardo que relata cómo nuestro fundador Eduardo «Coco» Oderigo, impulsa una poderosa idea: todos merecen una segunda oportunidad y, el deporte, es el aliado perfecto para retomar el camino correcto.
En el libro, los Espartanos se abren al público y revelan sus infancias dolorosas, su relación con la sociedad y la manera en la que transforman sus vidas gracias al rugby, la educación, el trabajo y la espiritualidad.
¡Gracias, Fede! Por capturar nuestra esencia y por permitir que más personas puedan conocer las historias de vida de los Espartanos.
Una canción. Me trasladé. Fueron milésimas. No estaba en casa. Ni sentado frente a la computadora. Ni en cuarentena. Ni encerrado. Ni en mi cuerpo.
Un grupo de Whatsapp. Tres integrantes. Sin actividad desde el 2018. Reenvié la canción. “¿Se acuerdan?”. Fue instantáneo. Ya estábamos en el mismo lugar.
Uno mandó una foto. Una visión desde arriba. Google Maps. Las calles donde vivíamos felices. “Me mataste” dijo el otro. Una nueva foto. Una cancha de fútbol. Las sonrisas lo decían todo.
La miré en cámara lenta. Cerré los ojos. Intenté reproducir todas las sensaciones que sentía en ese momento. Una me inundó el alma: LIBERTAD. Se izaron, uno a uno, como pequeñas banderas de la nostalgia, los pelos de mi cuerpo. Los ojos cerrados, se apretaron como un puño. Lagrimeé. Sin claridad suficiente. ¿Era felicidad o tristeza?
El recorrido. Renunciar al trabajo. Vender el auto. Pedir plata prestada. Hacer la VISA. Dejar todo. Y partir de cero.
Viajar. Estudiar en otro país. Desconocer. Administrar la economía. Buscar departamento. Ir al supermercado. Mirar precios. Lavar la ropa. Cocinar. Cortar un ajo. Filetear una pata de jamón. Apagar la luz. Cuidar el agua. Pagar expensas. Crecer.
Universidad nueva. Sentirse ajeno a todo. Incluso a uno mismo. Reinventarse. Hacer amigos. Vivir.
Disfrutar la simple existencia. Sin preocupaciones. Sin trabajo. Una “obligación”. Aprobar materias. ¿Lo demás? Despertarse. Sonreír. Tito, ¿qué morfamos? Mensajes de Whatsapp. Santi, venite a comer. Teo, ¿estás para jugar? Seba, llevá botines. Pau ¿llevo mate? Kathe, ¿en serio desayunas eso?
Recorrer Europa. Soñar en vida. Reír. De repente. Sentir que se acaba. Un siniestro countdown interior que grita: “Disfrutá porque esto no se vuelve a hacer”. Llorar. Abrazar. Agradecer. Despedir.
Argentina otra vez. Trabajar. Cada vez más. Una bola de nieve que sigue hasta hoy y se agranda a diario. Solo para sobrevivir.
Una lección de vida. Se llama Madrid. La libertad plena, física, espiritual y mental. Vivir en eje. Pensar solamente en ser cada vez mejor persona. Lo que allá me era natural. Acá lo trabajo profundamente a diario para no perder el equilibrio.
Pongamos que hablo de Madrid.
https://gallardof.com/wp-content/uploads/pongamos-que-hablo-de-madrid-gallardof-fede-gallardo.jpg960768Fede Gallardohttps://gallardof.com/wp-content/uploads/logo_Mesa-de-trabajo-1.pngFede Gallardo2020-06-16 21:54:302021-03-06 17:50:57De Madrid
La libertad en la cabaña
/0 Comentarios/en Blog, Coronavirus /por Fede GallardoLa soledad – Carmen Burone y Fede Gallardo
/0 Comentarios/en Podcast /por Fede GallardoSoledad, según enciclopedia, estado de aislamiento en donde un individuo se queda solo sin acompañamiento de una persona o animal de compañía.
Soledad, el gran cuco al que le tenemos miedo.
Soledad, ¿por qué te tenemos miedo?
Soledad, ¿no serás la solución?
Soledad, ¿y si nos abrazamos de una vez?
Imperdible programa con Carmen, sobre la soledad, la verdadera solución para mantenernos conectados con nosotros y con Dios.
El fuego
/0 Comentarios/en Blog, Reflexiones /por Fede Gallardo– Porque cada vez que apareces me hipnotizás.
– ¿Y qué te pasa cuando me ves?
– No sé, me llevás a mi estado más primitivo. Me trasladás a la montaña, a un mate, un vino o un whisky, a una chimenea, una salamandra o a un fogón, como este de la foto.
– ¿Y qué te gusta de mí?
– Lo que me generás… El silencio de mi alma que se queda contemplando… Puedo estar horas así, me das paz.
– ¿Y qué otra cosa te da paz?
– Serme fiel a mi mismo. A lo que me vibra, a lo que siento adentro, en las venas.
– ¿Y qué te vibra?
– La montaña, el río, las truchas. Una cabaña, wifi para poder trabajar de lo que amo. La música, los libros, la escritura. Pasar noches escribiendo, con tu compañía de fondo. Me vibra una mujer que tenga los mismos anhelos que los míos, que pueda abrazar y sentirme en casa. Que quiera ser madre y trascender juntos en una familia llena de valores, respeto y unidad. Siempre con un perro salchicha al lado…
– ¿Y qué más?
– Darle una mano al que menos tiene. Recibí mucho en esta vida, hay infinitas personas que no recibieron nada… Y hay mucho dolor, mucha gente rota, y siento que las puedo ayudar.
– ¿Un poco ambicioso?
– No me desespero, trato de cambiarle el día al que tengo al lado. Con una sonrisa, una palabra de aliento, tratando de despertarlo.
– ¿Estuviste dormido?
– Sí, muchos años. Hasta la muerte de mi mejor amigo, y tres años después, la muerte de quien yo consideraba mi segundo padre. Todo en mi adolescencia. Desde ahí, me prometí vivir como si no existiera el mañana.
– ¿Y por qué no vas en búsqueda de lo que te vibra entonces?
– Estoy en eso… estoy en eso. A veces uno se autoengaña y deja sus sueños y anhelos para “cuando sea viejo”. Y cuando uno es viejo, ya ni se acuerda de aquello que tanto añoraba. Y además, ¿quién dice que voy a llegar a viejo?
– Bueno… parece que tenes todo bastante resuelto, ¿qué esperás para ir vivir tu sueño?
– A que se levante la cuarentena.
– Te espero entonces, en algún rincón del sur, o en tu cabaña… No dejes de hablarme, me encanta.
– Gracias fuego, a mí también…
Día del escritor
/0 Comentarios/en Blog, La cárcel /por Fede GallardoQue suerte la mía de que me consideren “escritor” 😅.
Que suerte la mía de haberme cruzado con la Fundación Espartanos en mi vida.
Gracias Loli Irigoin por la foto.
Gracias Contame que lo escribo por la gran edición del libro.
Gracias Rafa Dangelo y Ediciones Logos por el apoyo.
Gracias 🙏🏻
#NoPermanecerCaído
…
Hoy, en el #DíaDelEscritor argentino, queremos celebrar el libro que le dio voz a los Espartanos:
“No permanecer caído”, es la obra de Fede Gallardo que relata cómo nuestro fundador Eduardo «Coco» Oderigo, impulsa una poderosa idea: todos merecen una segunda oportunidad y, el deporte, es el aliado perfecto para retomar el camino correcto.
En el libro, los Espartanos se abren al público y revelan sus infancias dolorosas, su relación con la sociedad y la manera en la que transforman sus vidas gracias al rugby, la educación, el trabajo y la espiritualidad.
¡Gracias, Fede! Por capturar nuestra esencia y por permitir que más personas puedan conocer las historias de vida de los Espartanos.
👉 Podés adquirir el libro en el siguiente link: https://www.edicioneslogos.com/…/no-permanecer-caido-la-his…
#FundacionEspartanos #NoPermanecerCaído
De Madrid
/0 Comentarios/en Blog, Madrid, Reflexiones /por Fede GallardoUn grupo de Whatsapp. Tres integrantes. Sin actividad desde el 2018. Reenvié la canción. “¿Se acuerdan?”. Fue instantáneo. Ya estábamos en el mismo lugar.
Uno mandó una foto. Una visión desde arriba. Google Maps. Las calles donde vivíamos felices. “Me mataste” dijo el otro. Una nueva foto. Una cancha de fútbol. Las sonrisas lo decían todo.
La miré en cámara lenta. Cerré los ojos. Intenté reproducir todas las sensaciones que sentía en ese momento. Una me inundó el alma: LIBERTAD. Se izaron, uno a uno, como pequeñas banderas de la nostalgia, los pelos de mi cuerpo. Los ojos cerrados, se apretaron como un puño. Lagrimeé. Sin claridad suficiente. ¿Era felicidad o tristeza?
El recorrido. Renunciar al trabajo. Vender el auto. Pedir plata prestada. Hacer la VISA. Dejar todo. Y partir de cero.
Viajar. Estudiar en otro país. Desconocer. Administrar la economía. Buscar departamento. Ir al supermercado. Mirar precios. Lavar la ropa. Cocinar. Cortar un ajo. Filetear una pata de jamón. Apagar la luz. Cuidar el agua. Pagar expensas. Crecer.
Universidad nueva. Sentirse ajeno a todo. Incluso a uno mismo. Reinventarse. Hacer amigos. Vivir.
Disfrutar la simple existencia. Sin preocupaciones. Sin trabajo. Una “obligación”. Aprobar materias. ¿Lo demás? Despertarse. Sonreír. Tito, ¿qué morfamos? Mensajes de Whatsapp. Santi, venite a comer. Teo, ¿estás para jugar? Seba, llevá botines. Pau ¿llevo mate? Kathe, ¿en serio desayunas eso?
Recorrer Europa. Soñar en vida. Reír. De repente. Sentir que se acaba. Un siniestro countdown interior que grita: “Disfrutá porque esto no se vuelve a hacer”. Llorar. Abrazar. Agradecer. Despedir.
Argentina otra vez. Trabajar. Cada vez más. Una bola de nieve que sigue hasta hoy y se agranda a diario. Solo para sobrevivir.
Una lección de vida. Se llama Madrid. La libertad plena, física, espiritual y mental. Vivir en eje. Pensar solamente en ser cada vez mejor persona. Lo que allá me era natural. Acá lo trabajo profundamente a diario para no perder el equilibrio.
Pongamos que hablo de Madrid.
Las emociones – Carmen Burone y Fede Gallardo
/0 Comentarios/en Podcast /por Fede GallardoUn virus mundial nos dejó encerrados físicamente. Nos sentimos privados de nuestra libertad. No nos queda otra que mirarnos a nosotros mismos.
¿Qué encontramos? Emociones. El hilo conductor de la vida #ConElCorazónEnLaMano.
¿Qué son? ¿Cómo las identifico? ¿Cómo las gestiono? ¿Cuál es el riesgo de reprimirlas? ¿Cuál es el gran desafío que nos vienen a plantear?
Las respuestas, en un programa que hace vibrar el alma.
No te lo pierdas.