Que sea la vencida, Lio
Todavía duele esa final perdida a 3 minutos del final, todavía se asfixia mi corazón destrozado por un tal Mario Götze, hace ya casi un año… Todavía lo puedo ver con mis pupilas llenas de odio como amortiguaba esa pelota con el pecho y le daba de zurda, y nos dejaba sin nada, otra vez sin nada…
Todavía recorren por mis venas esas imágenes llenas de angustia y llanto provocadas por Messi subiendo al escenario a buscar la medalla del 2º mejor equipo… Di María desconsolado, Mascherano con el alma desgarrada y el pueblo argentino otra vez sin nada… Qué cantidad de imágenes que me llenan de tristeza, que sólo me llevan a pensar: “Qué cerca estuvimos… qué cerca estuvimos”.
Hace unas horas Messi dijo “que sea la vencida”. Hace unas horas Di María enfrentó a los periodistas deportivos feliz por poder estar, esta vez si, en una final con la celeste y blanca. Hace unas horas Mascherano dio cátedra frente a los micrófonos sobre cómo se debe vivir el deporte, hablando de ética y de enseñanza a “los más chicos” cuando le preguntaron sobre el “clima hostil que imponían los chilenos sobre los argentinos y la agresión que se vivía afuera de la cancha”: «Siempre el límite es el respeto al prójimo, tanto nosotros como ustedes debemos bajar ese mensaje. Si bajamos la agresión y la violencia, nos estamos equivocando. Los valores del deporte tratan de ser sanos y de que la gente se divierta, no es una guerra, va a haber un ganador y un perdedor».
Seis fueron los goles que hace unas horas Messi, Di María, Mascherano y compañía le metieron a Paraguay. Seis fueron los movimientos de brazos que hice durante el partido, uno por gol. No estoy afónico porque prácticamente no grité. Me duele no poder gritar los goles como hace casi un año, me duele saber que estoy lejos de morirme por festejar un gol. Estoy más vivo que nunca y eso es mala señal porque en cada festejo importante suelo dejar uno o dos años de vida… pero no estoy muriendo cuando festejo y eso me preocupa, porque quiere decir que realmente me duele esa final perdida a 3 minutos del final…
Pero llegó la hora de dejar de ser egoísta, de dejar de pensar en lo que me pasa a mí, llegó el momento de tener un poco de empatía por los jugadores que representan a mi país… Es momento de valorar lo que estoy viendo, porque seguramente a mis hijos les hable de Mascherano, de Tevez y de Di María, seguramente en 50 años les hable de esta selección con orgullo. Algo que nunca había tenido por la celeste y blanca, orgullo. Y también mis hijos me van a escuchar muy pero muy atentos cuando les hable de Messi y les voy a decir que fue el mejor jugador de fútbol que yo vi en mi vida y probablemente les grite y los culpe por no haber sido contemporáneos a semejante obra de arte… También es probable que me agite y que me ponga muy nervioso, porque me voy a acordar con nostalgia de estos grandes jugadores…
Porque estoy convencido que en 50 años voy a seguir hablando de ellos, quiero que levanten la Copa América el sábado, quiero que rían, festejen, griten y sean consientes que están dejando huella en una generación que nunca vio ganar a la celeste y blanca…
Quiero y anhelo que Messi, Di María, Mascherano, Tevez y compañía levanten esa copa, no por mí, sino por ellos…
Porque se lo merecen.
Y “que sea la vencida” Lio…
Hasta el sábado.