La máquina de escribir

Antonio todavía no sabe lo que yo daría, algunos minutos al día, por sentarme en su silla. Por sonreírle a las personas que caminan por el Mercado de Pulgas y ofrecerles, por ejemplo, una máquina de escribir de la década del 70. Le diría, con mate en mano, bigote largo y peluquín, a algún posible candidato:

“Le cuento la historia de esta reliquia… Mire, viene hasta con estuche, le funcionan todas las teclas aunque a veces el espacio se traba un pocoperoescuestióndeponerleaceite. Quedan pocas como estas. La fui a buscar hace unos meses a un conventillo en La Boca, era de un gallego que vino en la década del 60 a probar suerte con la música. No le fue muy bien, tenía la garganta raspada de tanto whisky y cigarrillo, se quedó sin voz y sin carrera. Pero dicen, los que saben, que tiene letras diferentes y algunas se las vendió hasta al mismísimo Serrat… ¿Y sabe dónde escribió esas canciones? Exacto… en esta Remington 20 Sperry Rand que usted tiene en sus manos.

Y se preguntará cómo llegué hasta el gallego, lo encontré por un dato que me pasó Rubén, el carnicero. Resulta ser que su primo andaba con una banda de música y un par de españoles más. Me enteré que el gallego puso en venta todo lo que tenía porque se volvía a Madrid.

El gallego tenía tres hijos, una ex mujer y una amante. Los extrañaba a todos. Lo sé por las letras de sus últimas canciones que no me cantó pero las leyó en voz alta mientras punteaba la guitarra, cuando fui a buscar la Remington. Esa tarde nos quedamos un rato largo charlando en su habitación. Hablamos de Madrid, el Parque del Retiro, Cuatro Caminos, el Museo del Jamón… me habló de su amante, que tenía ojos verdes, vivía con una colita en el pelo y una sonrisa que frenaba el tráfico. “La necesito volver a ver antes de que el cáncer avance” me confesaba mientras prendía su cuarto pucho de la tarde.

Nos estrechamos la mano y le pagué lo que pedía, que era mucho más de lo que hoy se la estoy ofreciendo a usted. ¿Por qué se la estoy vendiendo a un precio más bajo de lo que pagué? Porque vi algo en usted que me hace acordar al gallego, no sé si es su barba o su amante que lo acompaña, pero algo me dice que esta Remington 20 Sperry Rand lo estaba esperando… ¿La quiere?”.