Amor de madre

Madre e hijo abrazados. No soy madre, no tengo hijos, no sé lo que es el amor del que ellas suelen hablar. Ni siquiera tengo el mismo sexo. Por más empatía que busque, no encuentro comparación alguna para entender «ese amor”… Pero algo imagino por tanto cariño recibido de parte de la mía.

Me puse a pensar “como madre” en un hipotético hijo que a los dieciocho/veinte años tenga dos hijos y una mujer, una familia armada. Aparentemente con todas las herramientas necesarias para ser protagonista de su vida. Pero no se por qué imagino que se junta con “amigos” que no tiene que juntarse, que se droga, se cree inútil y un bueno para nada y se auto convence que empezar a robar es la solución a todos sus problemas…

¿Qué haría?

¿Qué haría para tratar de llegarle de alguna manera a mi hijo “perdido”?

No lo se…

A las 9:30hs de la mañana, en la puerta de la Unidad 48 me encontré con Viviana y su hijo Diego. Llegaron ahí por el Colo, uno de Los Espartanos que esta preso y vive en el pabellón Nº 8. No fueron un martes a entrenar, eligieron el viernes para rezar porque saben que, generalmente “pasan cosas”: “vine con Diego porque lo veo apagado, mal y quiero que conozca el pabellón de Los Espartanos”.

Automáticamente pensé en la brillante idea del Colo de invitarla a rezar a su amiga con su hijo.

Pasó todo lo que pasa cada viernes: abrazos, sonrisas, mates, gestos chiquitos que hacen grandes a cada uno de los presos, pedidos y agradecimientos hasta el último Misterio.

Pero hoy en ese pabellón hubo una madre pidiendo ayuda, una madre desconsolada que llevó a su hijo para que “abra los ojos”.

En el último misterio Viviana se animó a hablar, muy emocionada:

“Soy Viviana, soy cocinera en una clínica psiquiátrica y estoy acá para tratar de ayudar a mi hijo, para que Dios lo guíe en un mejor camino. Él tiene una familia hermosa, dos hijos y una mujer que lo aguanta. Él es mi vida y quiero que esté bien, conocí a Los Espartanos gracias al Colo que esta con ustedes y me gustó mucho el trabajo que se hace. Y gracias a esto a mi hijo más chico lo puse a jugar al rugby para alejarlo de la calle, yo trabajo todo el día y ahora sus días son en el club. Tiene un grupo de amigos muy lindo, sabe lo que es el compañerismo y ojalá hubiera podido encontrar el rugby cuando Diego era chico y darle un futuro mejor. Pero bueno, se que estoy a tiempo y que lo puedo ayudar y gracias a Los Espartanos por recibirnos. Espero que esto le sirva, que luche por su vida, por estar bien, que se mentalice de que el puede, de que todo lo que se proponga lo va a lograr con la ayuda de su familia, de su mujer y de sus hijos. Ojalá le de para adelante, nadie es un inútil, nadie es un inservible, estamos en esta vida por un propósito y yo se que el tiene un buen propósito, tiene que salir adelante y va a poder por el apoyo de todos”.

Le pidieron a Diego algunas palabras, y el no se animó.

Su madre salió a defenderlo con un “es vergonzoso”.

El Boli (uno de los presos) lo animó: “Esta es tu casa, esto son Los Espartanos, esta es tu familia. Si le pones onda y fe en Dios, el te va a ayudar”.

Y de lejos se escuchó el aliento del Gordo Diego (otro de los presos), totalmente emocionado:

“Fuerza Diego, tenes una mujer que te quiere de verdad, ella dio la vida por vos, ahora vos la tenes que dar por ella, todo lo que se esfuerza, todo lo que hace es un montón, de verdad. Mucho de los pibes que estamos acá perdieron a su madre. Yo la perdí cuando tenía 15 años y fue lo más doloroso que me pasó en mi vida, hasta el día de hoy no lo puedo superar, realmente. Lo que a mi me cambió fueron mis dos hijos que son mi amor. Lo que está haciendo tu mama es un montón amigo, de verdad. Hay que valorar lo que uno hace en esta vida, el día que no la tengas vas a sufrir como estoy sufriendo yo, pero no por la vida sino por acá adentro del corazón. Me hubiese gustado que mi mama me de el aliento que te da a vos para poder valorarlo, porque me di cuenta tarde de lo preciado que fue tenerla, y hoy no la puedo recuperar. Por eso te deseo lo mejor y le deseo a tu mama que siga teniendo la fuerza, la voluntad y el coraje para venir a una cárcel y decir NECESITO UNA AYUDA PARA MI HIJO. Se puede amigo, el rugby me enseñó muchos valores, lo que es valorar a un amigo, lo que es valorar muchas cosas de la vida que antes no me importaban. Lo que hace tu mama la verdad es algo maravilloso, yo tengo dos hermanos más en la calle y hasta el día de hoy nos lamentamos no tenerla con nosotros. Le pido a Dios de todo corazón que le de la fuerza que necesita tu mama para seguir adelante con vos y que te de fuerzas a vos, que encamines tu vida, valores a tu familia que realmente te quiere, de corazón, te deseo lo más mejor de tu vida”.

Aplausos, lágrimas, emociones. No se suelen ver a tipos de 2 metros y 140 kilos tan emocionados…

Pero Diego no se animaba a hablar.

El ingenioso Coco lo puso entre la espada y la pared y le dijo: “No hace falta que hables, muchas veces no hace falta hablar para decir algo, puede ser con un gesto, un simple abrazo…”

Diego se paró, abrazó a su mama y se quebró como un chiquito indefenso que recién llega a este mundo.

El abrazo duró dos minutos (contados).

Los aplausos de todos los que estuvimos hoy en el pabellón fueron sentidos, el amor de una madre no tiene descripción.

¿Qué haría?

¿Qué haría para tratar de llegarle de alguna manera a mi hijo “perdido”?

Creo que seguiría los pasos de Viviana: humildad y amor.

PD: Creo que nunca se me hubiera ocurrido buscar ayuda en una cárcel. Otra prueba más de lo distinto que es el pabellón de Los Espartanos.