Sensaciones durante un examen
Qué linda noticia. Qué placer profundo da una buena nota en la facultad (me refiero al 4 eh). Que duro es el momento en que entra la viuda negra con sus espadas afiladas en la mano (me refiero a los exámenes). Que duro es cuando saluda y al segundo pide silencio. Que duro es saber que la próxima hora y media tu cuerpo va a pasar por todas las sensaciones conocidas por la ciencia.
La espada afilada con tinta negra y oscura se desliza de la mano de la viuda para entregármela y cortarme los dedos, el reflejo del dolor me hace tirarla en mi humilde y maltratado banco. La miro y la examino y la sensación de angustia se hace presente: no sé el primer punto. La ira saluda por la ventana cuando el segundo punto es inexistente para mi hámster cansado. La felicidad intenta reflotar entre tanta oscuridad cuando el tercer punto le suena conocido a mis ojos. El placer se revela ante el cuarto ítem. Y la angustia renace en la última pregunta.
Cinco dagas al pecho, tres muy afiladas, dos con la punta desgastada. El dolor es mayor al placer.
Y mi pluma empieza a correr intentando vencer a semejante rival. Y la soledad es tremenda. Y cierro los ojos y me siento como un gladiador, solo en la arena, ante miles de miradas y cinco leones con colmillos relucientes. Necesito despertar al hámster, necesito hacerlo funcionar porque esas fieras se me vienen al humo. El ratoncito está desganado, con paso cansino pero de repente empieza a desperezarse. Parecería ser que hay una respuesta, un arma para pelear con uno de los cinco leones. No estoy seguro pero contesto. Creo que está bien.
León dos. Este sí que no me quiere. Y sus colmillos son grandes. Y sus 365 días sin comer lo tienen con hambre. Y me muerde, le saca una mano al hámster, lo hiere y este empieza a correr. Prefiere perder la batalla pero no la guerra. León dos, me ganaste. Respuesta en blanco pero con leves palabras manchadas de sangre que pueden llegar a sumar.
León tres, fácil. Diría que lo domino con una mano, lo volteo y lo ahorco. El ratoncito se llena de orgullo y me grita: «¡Ves boludo que podés!». Que pase el que sigue.
Y el cuarto león intenta morderme y cuando abre la boca para sacarle una gamba al hámster aprovecho y lo acuchillo. La alegría renace. Otra respuesta correcta.
Voy 2-2. Y el último define:
Y el león sabe que sólo quedamos él y yo. En la arena hay sangre derramada por otras batallas, el hámster está herido, tirado contra un rincón del coliseo pidiendo que se termine esto de una buena vez.
Y la viuda negra suelta un: «Chicos, les quedan 5 minutos».
Y todo se oscurece, las piernas me tiemblan, el hámster empieza a cerrar los ojos para despedirse por hoy. Y el quinto león se me asoma con pasos muy lentos, relamiendo su victoria. Entonces renace la voluntad, me acuerdo de tanto sacrificio, de tanto dolor y me digo: «Dejá todo campeón». Y el hámster renace, se pone de pie y empieza a pensar. El león se acerca, amago para la derecha y voy para la izquierda, el león se equivoca y me muestra su lado más débil, y entonces…
¡Zasss! Le clavo cada centímetro de la hoja de acero. Y respondo. Y entrego.
Y la viuda me mira a los ojos… mira el examen y me vuelve a mirar. Suelta las palabras más angustiantes del día: «Vaya Gallardo…».
Y yo por dentro destruido, resignado me pongo la mochila al hombro y encaro para la puerta, pero antes de salir la vuelvo a mirar. Y la viuda hace una mueca y desliza sobre su lengua el último dardo, pero esta vez con sabor a victoria: «Vaya Gallardo, está aprobado».
UNA MENOS, CARAJO.
Pd: Te preguntarás que carajo tiene que ver la foto con la nota… ni idea.