Cambiar el dolor por amor

¿Cómo explicarle a un preso que su simple presencia en un pabellón me cambió la vida? ¿Cómo bajar a palabras que extrañaba ver los alambres de púa y los shorts de fútbol colgados en una ventana? ¿Cómo contarle que con su abrazo me siento un hombre pleno? ¿Cómo decirle que es mi inspiración cuando me siento solo allá en la montaña? ¿Cómo explicarle que en esas paredes me siento en casa? ¿Cómo hacerle entender que, de elegir mi muerte, quisiera que sea en ese abrazo grupal del quinto misterio mientras rezamos todos juntos?
Este Viernes Santo, hace 1988 años, Jesús, un hombre que respiró el mismo aire que respiramos nosotros, dió su último suspiro. No es cuento, no son creencias o educación recibida, es un hecho.
Él es el hombre que cambió la historia, el Maestro que vino a enseñarnos cómo vivir la vida, que estuvo preso y murió en la Cruz. Él cambió su DOLOR por AMOR.
Él es el hombre que hoy resucitó para volver a ser parte de cada uno de nosotros.
Él es el hombre que nos pide que vivamos con el corazón blando, para poder verlo en todas las personas, también en un preso.