#Día12 – Charla con Diego
Estoy perdiendo la noción del tiempo Rosa, no sé si es feriado, día hábil, Navidad o domingo…
Rosa sonríe. Termina de hacer el café y da vuelta las tostadas. La única certeza que tienen del tiempo en la casa es que el horario del té se respeta a rajatabla.
Vos te reís pero desde que me dijeron lo del corazón pienso todo el día en el tiempo, Rosa. A la mañana se me ocurrió chatear con Diego, viste que a él le diagnosticaron ELA hace ocho años y conoce muy bien esto de llevar una enfermedad. Pero de llevarla bien eh, él es protagonista, se hace cargo y va por la vida inspirando a todo el mundo… no sé cómo hace. Sé que tiene una mujer de fierro… Le pregunté cómo estaba y qué hacia, mirá esta respuesta Rosa: “Yo estoy guardado Roberto, como tenemos que estar. Estoy en mi adorado tiempo para dar y crecer. Escribiéndole a todos los que se me van cruzando por la mente, recorriendo contactos y viendo a cuál me toca hoy. El tiempo para mí es muy valioso, es una yapa de lujo, es un regalo. Roberto, yo todavía puedo escribir, hablar, decir, contar y reír… Este tiempo de cuarentena es más de esto que vivo hace ocho años, pero mucho más intenso e inspirador”.
Le pregunté en qué me podía apoyar con lo mío…
“Confianza en el Barba, o en lo que cada uno crea, pero siempre buscá alimentar tu vida espiritual. Y después, tu gente… la fuerza que dan es inimaginable. Yo no soy el mismo sin ellos, hoy veo otras cosas, detalles, acciones, gestos, sentimientos, aprendí mucho de mi gente. Pero es importante cambiar la mirada, ver qué tiene el otro de bueno para enseñarme”.
Y le hablé del tiempo, de que no pensaba en eso hasta que salí de aquel consultorio…
“Porque pensamos que somos dueños del tiempo Roberto, que es eterno y que lo podemos administrar como queramos. Pensamos que algún día le vamos a dar prioridad a nuestra familia, a nuestros amigos, a lo que realmente importa, pero antes que todo siempre está el laburo… Pensamos, primero lo mío y después…
Y mirá hoy, estamos encerrados y a la mierda todos los planes, las prioridades cambian de un segundo al otro. ¡No somos dueños ni de nosotros mismos! Por eso hay que aprovecharlo al máximo y no esperar a que una enfermedad te abra los ojos”.