Para aplicar a la vida
Discurso de Pep Guardiola en el Parlamento de Catalunya, tras recibir la medalla de oro.
“Fui elegido. Me lo dijo mi amigo David: ‘Creéme que el único mérito que tienes, es que te han escogido’”. David es Trueba, el autor del libro Saber Perder, que Guardiola le regaló a Messi. El discurso textual de Pep:
“Esa frase es una buena manera de encarar esta profesión. La mejor manera. Si los elogios debilitan, entonces estoy fundido. Porque después si me dicen todo lo que hemos ganado y todo ese tipo de cosas, yo digo sí, claro, no nos podemos quejar, nos ha ido bien, pero sé que para poder transmitir todo esto a mis jugadores, todo lo que yo aprendí, todas estas cosas no me pertenecen a mí. Pertenecen a todos los entrenadores que he tenido. A todos. A algunos más que otros, evidentemente, pero todos me han dejado algo. Pertenecen a todos los compañeros con que he jugado. De todos aprendí. Y a todos los jugadores que hoy tengo la suerte de dirigir. Sólo tengo una cosa que me imputo: estimo mi oficio. Tengo pasión por mi oficio. Créanme. Lo adoro. Lo adoraba cuando jugaba, lo adoro cuando entreno, lo adoro cuando hablo, lo adoro cuando estoy con gente discutiendo sobre esto o aquello”.
“Al final, todo se reduce a instantes, en cada una de nuestras profesiones y nuestros oficios, todo acaba en un instante. Los trabajos que tenemos siempre tienen un instante que nos satisfacen plenamente. Que disfrutamos, que nos da alegría. Yo lo quiero compartir con ustedes. Me gustaría que la gente lo supiese. Antes de cada partido que jugamos, un día antes o dos, yo me voy al sótano del can Barça (NdR: la casa del Barcelona). Subterráneo. Allá no hay luz exterior, es una oficina pequeña, que me he arreglado, he puesto una alfombra, una luz que no está mal… y allí me encierro. Me encierro por una o varias horas. Me llevo dos o tres DVDs. Carles, Dome y Jordi, que son gente que me da una mano, como tantos otros en esta aventura, me dan unos videos sobre el equipo rival con el que tenemos que jugar de acá a uno o dos días.
Me siento, agarro hojas, un bolígrafo y pongo el DVD. Y empiezo a ver y a ver a este equipo contra el que jugaremos. Y empiezo a escribir. Coño, el extremo derecho… el central derecho juega mejor que el izquierdo, el extremo derecho es más rápido que el izquierdo, este juega todos balones largos, este así, este asá, estos suben a la montaña por este lado… estos por el otro… Y voy apuntando todas las cosas buenas que hacen los contrarios. Mientras al mismo tiempo escribo sus debilidades. Estos se frenan por aquí, a estos les podemos hacer daño por allá, si juega Messi por allí, si este otro por allá… Hasta que llega un momento, diría acojonante, fantástico, que es el que le da sentido a mi profesión. Creanme que soy entrenador por este instante. Todo lo demás es un añadido que uno evidentemente tiene que afrontar. Pero está este momento máximo de satisfacción, cuando te das cuenta. A veces dura un minuto veinte, a veces un minuto treinta. A veces un minuto solo. A veces tengo que ver dos partidos del contrario. Pero llega un momento en el que dices: los tenemos. Ya hemos ganado. No sabes por qué, puede ser una imagen, unas cosas que has visto que te hacen decir que mañana, contra este equipo, ganaremos.”
“Pero atención, no se vayan a pensar que yo creo tener la fórmula mágica. No, porque esto siempre lo he pensado antes de cada partido, y algunos los hemos perdido. Con lo cual, se hundiría toda esta teoría. Pero se los cuento por la pasión que siento por mi oficio, que imagino que es la misma pasión que tienen ustedes por sus profesiones, y toda la gente: médicos, panaderos, doctores, maestros de escuela, ‘paletas’ (albañiles), como era mi padre. Cualquier persona. Llega un momento en sus oficios y yo reivindico ese momento en sus oficios. Yo reivindico el amor a este oficio. Yo amo mi trabajo por este instante. Y después me encargo de transmitírselo a los chicos, y les digo que tenemos que hacerlo así, y a veces sale y a veces no. Pero aquel momento es el que le da sentido a mi profesión. Y entonces podrán decirme: ¿Es suficiente? ¿Es poco? ¿Es mucho? Es lo mío. Es lo que me corresponde. Es esta pasión (aprieta el puño) que no sé dónde la agarré, porque no me avergüenza decir que mi padre lo más redondo que tocó en su vida creo que fue un lavarropas, y a mi abuelo paterno no lo conocí, porque murió antes de que yo naciera, y al abuelo materno, bueno, ya tenía suficiente con tener que esconderse en la posguerra, para que no lo agarraran… con lo cual, no tengo una herencia familiar que me haya pasado este gen”.
“No sé de dónde viene. Pero tengo esta pasión. Y la tengo ahora como la tenía cuando era pequeño, y que me llevó al pueblo a competir. Y me pueden preguntar, de dónde vino esta pasión, y no lo sé, pero me ayudó muchísimo. Y aquí me gustaría hacer una pequeña reivindicación a la maravilla que es el fútbol, el deporte en general. A mí mis padres me educaron. Bastante bien, muy bien diría yo. La escuela me ha ayudado, por supuesto. Pero lo que más me ha educado es el microclima que es un equipo de fútbol, un equipo de gente que está unida. Lo que a mí me ha dado todo lo que soy como persona, lo que me ha formado, es haber hecho deporte. Allí aprendí lo que significa ganar, y a celebrarlo con muchísima moderación. Y allí también aprendí lo que significa perder, y que duele mucho de verdad, pero este perder es lo que te hace aprender a levantarte y a valorar lo que luego cuesta ganar. He aprendido que un entrenador decidiera que hoy yo no juego, porque el entrenador piensa por todos y yo nomás pensaba por mí. He aprendido que un compañero es mejor que yo y merece jugar. Y que los reproches y las excusas no sirven absolutamente de nada. Que cuando pierdes es responsabilidad tuya. Que cuando las cosas no salen, es responsabilidad tuya. El deporte, desde pequeño, o el Barça que es en escencia donde más tiempo he estado, es todo lo que me formó como persona y todo lo que soy hoy”.
“Y no olviden nunca, que si nos levantamos muy muy temprano, sin reproches ni excusas, y nos ponemos a trabajar, somos imparables. Creanme que somos imparables”.
Tomado del sitio web El Gráfico.