Mi amigo El Tony

Día 75, Málaga.
Tony. 65 años. Camarero y amigo.
Padre de familia. ¿Su mujer? Josefa.
Trabaja en el mismo lugar desde sus 13. Háblame de un país estable.
¿El bar? El Morata, frente al mar. La carta es básica. ¿Lo mejor? El adobo, las papas a lo pobre, las rabas y una caña. También el “caldillo pintarroja”, una sopa picante que tomaban los marineros hace muchos años para soportar los fríos en alta mar.

Tony tiene un toro en su antebrazo izquierdo. Probablemente, si hubiera nacido en Italia, hubiera sido un gran mafioso o, por qué no, protagonista secundario de El Padrino. Pero Tony es Andalú y lo es de pura cepa. Grita y gestualiza a toda hora. “¿Qué pasha shaval?” me dice cada vez que nos vemos. También me abraza y me hace sonreír. Hace tiempo que no encontraba a alguien con la misma manera de dar amor que yo, así, gritón y cariñoso. Aunque él es mucho más servicial y también más cabrón. Lo enfadan las señoras paquetonas que, cuando agarran la carta, se ponen indecisas; y también cuando le hablo de fútbol y le recuerdo que hace muchos años que no levantan la copa.

A veces se acerca a la mesa y deja media ración de algo que no le pedí. Cuando se aleja, sonríe, me guiña un ojo y me hace “shhh”.

Hoy se sentó en la mesa y se pidió una caña: “Venga, deja esa copa aquí que hoy me la tomo yo” le dijo a su compañero. Nos miramos y brindamos. Lo hicimos a la salud de las amistades que no conocen de diferencias, ni de edad ni de tiempo, ni de clases sociales ni de ideologías, y que tampoco quedan claras si son de esta, o de otra vida.

📸❤️ La tina @agusscarafia

 

 

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